reseña de la novela Plenilunio de Antonio Muñoz Molina

Reseña de la novela ‘Plenilunio’, de Antonio Muñoz Molina

Después de años inmerso en la lucha contra ETA en el País Vasco y recién llegado a una ciudad de provincias de Andalucía, un inspector de policía no para de buscar a un asesino en los ojos de todas las personas a las que ve. El padre Orduña le dijo que los ojos son el espejo del alma y que debía mirarlos. Pero por más que lo hace, no es capaz de descubrir en ninguna mirada al asesino de Fátima, una niña pequeña aparecida muerta en un parque donde años antes los jóvenes iban a meterse mano a escondidas.

Plenilunio (Seix Barral, 2013) es una novela policial de Antonio Muñoz Molina en la que a pesar de la crudeza del argumento, más que una narración de novela policial o negra, reina la poesía. El lenguaje es muy poético, muy metafórico, alejándose de la narración en tercera persona habitual en este tipo de novelas. De esta manera, sin caer tampoco en la frivolidad ni siendo una mala novela, estamos ante un libro que desgranará lo más profundo del alma de los personajes.

El inspector de policía encargado del caso es nuevo en la ciudad, por lo que cuenta con la ventaja, a pesar de vestir ropas más propias del norte que del sur de España pese a estar a las puertas del otoño, de ser un desconocido. Con esa cierta libertad tratará de encontrar al asesino de Fátima, aparecida muerta y desnuda, aunque sin signos de violación según los resultados de la autopsia realizada por el forense Ferreras.

El caso de la novela Plenilunio, de Antonio Muñoz Molina, trascurrirá con más sombras que luces para el inspector mientras sigue buscando en los ojos de los vecinos de la ciudad y mientras los de su mujer andan perdidos. Como consecuencia de las continuas amenazas por el trabajo de su marido, su esposa está internada en un sanatorio y el protagonista la va a ver los domingos por la mañana. Pero igualmente su vida cambiará cuando empiece a conocer a Susana Grey, profesora de la escuela en la que estudiaba la pequeña Fátima, y vieja amiga del forense Ferreras.

Esta novela se aleja en varios aspectos de algunos cánones o lugares más o menos comunes del género, como suelen ser las presiones de los superiores cuando el caso se publica en la prensa. Eso sucede en este libro, pero el inspector tiene plena libertad sin jefes que le presiones de ningún modo. La presión, al contrario, se la pone él mismo con la obsesión por detener al asesino, lo que no consigue aunque sigue el consejo del padre Orduña, a quien conoce porque cuando era niño estuvo en el internado jesuita del padre.

Antonio Muñoz Molina sí plantea en Plenilunio, novela ambientada en un tiempo ambiguo, quizás los años 1990, cuestiones comunes de la novela policial o negra: sobre todo la lucha del bien contra el mal, además de la estructura básica del inicio con el crimen, algún otro crimen o tentativa en el intermedio y el desenlace. Y algo que no deja de ser hasta cierto punto curioso y en común con las novelas de la saga de Bevilacqua y Chamorro, de Lorenzo Silva: las menciones veladas o alusiones a ETA, pero sin citarla expresamente (léase la reseña de la novela El mal de Corcira, donde Silva se adentra del todo en el pasado antiterrorista de Rubén Bevilacqua).

Durante toda la novela el pasado y el presente se mezclan en la narración, en la que el autor emplea sobre frases largas, con pocos puntos, sin llegar al estilo tan peculiar y maravilloso de Saramago, sin apenas puntuaciones, en novelas como El evangelio según Jesucristo, que obliga al lector a puntuar mentalmente por sí mismo. Sin llegar a ese nivel, Plenilunio de Antonio Muñoz Molina tiene por momentos un lenguaje un poco enrevesado, muy poético, con enumeraciones y reiteraciones más propia de la poesía o prosa poética que del género policial.

Aun así, la calidad de la novela es muy bueno, es un libro que apetece mucho seguir leyendo. Siempre con la búsqueda del asesino de la pequeña Fátima y la tensión de no olvidar las amenazas de muerte, el inspector y su vida personal, sus diálogos con el padre Orduña, tienen un gran peso en la novela. Sobre todo, en diferentes fases la atención se traslada totalmente a su relación con la maestra, Susana Grey, una mujer que dejó Madrid por su pareja, un hombre tan atormentado como acomplejado y que la terminó dejando para irse con la pareja de Ferreras.

Ella es una mujer joven, de 37 años, pero que parecía mayor la primera vez que la vio el inspector cuando fue a la escuela a hablar con ella tras el asesinato de Fátima. La profesora veía en la niña mucho potencial y esa relación maestra-alumna no puede menos que recordar en gran medida la relación de Matilda con la profesora Jennifer Honey en la película Matilda. También la pequeña Fátima vivía en una casa donde le costaba estudiar, con un padre y sus hermanos pequeños más pendientes de la televisión que otra cosa. Aunque sin llegar a los extremos de la familia de Matilda.

Pero la novela Plenilunio de Antonio Muñoz Molina nos muestra cómo el futuro se puede truncar cuando el mal aparece. El asesino es un hombre inseguro con las mujeres y a lo largo de la novela el lector sabrá más sobre él, sobre el origen de su comportamiento. Como también es inseguro el propio inspector, debatiéndose entre la fidelidad hacia su mujer interna en el sanatorio y su relación con la profesora Susana Grey. Con Ferreras, el forense, como eterno acompañante en el caso, siempre ahí, siempre cerca y siempre lejos.

Con todo ello, la novela de Muñoz Molina es un muy buen libro sobre las complejidades de una investigación policial, sobre las razones que llevan a un hombre a cometer crímenes así de atroces (para más novelas de este tipo, puedes leer esta reseña de El guardián invisible, de la Trilogía del Baztán de Dolores Redondo, cuyas tres novelas están reseñadas en esta web).

Plenilunio de Antonio Muñoz Molina, en definitiva, es una novela muy reflexiva y que invita a ello sobre la vida y la muerte, sobre la fortaleza y debilidades de las niñas, sobre la maldad del ser humano, sobre el poder del diablo y de la redención de Cristo para quien crea en su fuerza, sobre la obsesión de resolver crímenes y sobre las dificultades de amar y ser amado, sobre el dolor que puede suponer abrir tu corazón y no ser correspondido, sobre los sacrificios continuos sin recompensa alguna.

También sobre la capacidad de odio que tiene el ser humano, sobre la sinrazón de la violencia, sobre la sed de venganza cuando los más desprotegidos son víctimas de crímenes. Y sobre cómo ser un inadaptado social y sufrir traumas puede tener consecuencias fatales, con las consecuencias o reflexiones éticas y jurídicas que tiene cuando hay crímenes de por medio. Todo eso y más hay, en una narración exquisita, en la novela policial Plenilunio de Antonio Muñoz Molina.

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