Reseña de la novela 'El corazón de las tinieblas' de Joseph Conrad

Reseña de la novela ‘El corazón de las tinieblas’, de Joseph Conrad

Un hombre llamado Marlow está montado en una embarcación con el estuario del río Támesis al fondo y está contando una historia: la historia de cómo, enviado por el Imperio Británico, tuve que adentrarse en África, recorrer un río y encontrar a Kurtz, una especie de semidiós, una especie de mito, que es un agente británico, jefe de la Estación del Interior.

El corazón de las tinieblas‘ es una novela escrita por Joseph Conrad y una demoledora denuncia del colonialismo británico en África, de la corrupción, del comercio del marfil de los elefantes. Es la imponente narración de cómo un hombre blanco, Kurtz, pierde la cabeza y se convierte en ese dios por el que retumban los tambores de una tribu africana.

Joseph Conrad consigue, con una narración basada en una doble primera persona (la del narrador, un marinero que navega junto a Marlow, y la de este narrando su experiencia en África), adentrar el lector en un mundo del que es difícil escapar. Porque la sabiduría del escritor provoca que el corazón de las tinieblas, espesas y pesadas como el plomo, no sea solo una metáfora de la naturaleza que se encuentre en el continente africano, sino una tremenda denuncia del colonialismo.

Marlow, durante su travesía, antes y después de encontrarse con el atronador sonido de los tambores de las tribus africanas, que él siente como si fuera su propio corazón el que latiera, se encuentra con la materialización de las dos geniales palabras que constituyen el testamento vital de Kurtz, un hombre de unos dos metros de altura: el horror.

Un horror inmortal para todo lector de esta novela, pero también para los amantes del cine que recuerden esos minutos en los que Marlon Brando ocupaba casi toda la historia del cine en la película Apocalypse Now. Porque la sensación que transmite Brando en la pantalla del cine es similar a la que siente el lector al imaginarse a Kurtz, jefe de la Estación del Interior, cuando la vida se le escapa de la yema de los dedos.

Este es un relato fantástico no porque haya fantasía o ciencia ficción. Todo lo contrario. El ser humano, la maldad de la que puede ser capaz, aparece de forma tan realista, que da miedo. Como miedo debe dar adentrarse en las tinieblas de un río desconocido al mando del timón, como hacía Marlow, como rememora Marlow en la narración de esta obra, con la responsabilidad de que no se hunda y no dejar morir a nadie.

Para quien escribe esta reseña de ‘El corazón de las tinieblas, la doble metáfora que encierra el título es magistral, así como el lenguaje, absolutamente correcto, pulcro y sin frases de más ni de menos. Es una novela medida y comedida en su longitud, encierra en poco más de 170 páginas una inconmensurable reflexión sobre el alma del ser humano, sobre cómo hasta los invasores. pueden llegar a ser hombres a los que se ama al conocerles aunque solo sea durante unas horas.

Porque Kurtz, y este es un punto que ningún lector puede olvidar, no es un liberador de las tribus africanas, no es tampoco un héroe revolucionario ni enseña a las tribus sus derechos laborales, como de forma tan cómica y profunda aparece homenajeado este personaje literario en un episodios de la serie de dibujos animados Los Simpson, en el que Homer Simpson es un Kurtz moderno que lleva a los hindúes trabajadores en una central nuclear del señor Burns el conocimiento de los derechos laborales, los seguros médicos y la posibilidad de transferirse los unos a los otros días días de descanso.

Kurtz es uno de esos misteriosos y enigmáticos personajes de los clásicos de la literatura por los que, en el fondo, no se puede sentir odio, aunque no sea un derroche de virtudes. Es un imán absoluto, un hombre sobre el que fijamos la mirada y nos quedamos anonadados por su potente y grave tono de voz. Como le sucede a Marlow, un hombre que queda asqueado por cómo se comportan los colonos británicos con los africanos solo por ser negros, solo por tener un color de piel distinto.

La vida humana, como se refleja en esta novela, parece tener distinto valor según qué color de piel y según en qué país nazcas. Por eso el corazón de la Humanidad, como se cerciora Marlow en su experiencia africana, está en tinieblas. Como si hubiese una niebla tan baja que fuese imposible quitársela de encima. Lo abarca todo, lo nubla todo, al contrario de lo que sucede con el estilo serio y perfecto de Joseph Conrad. Es difícil narrar la oscuridad con tanta luz y con tanta lucidez. Pero él lo consiguió.

El corazón de las tinieblas‘ es una obra imprescindible, de las que hay que leer. Aunque no sea para caer rendidos y enamorados de Kurtz. Hay que leerla para enamorarse, aún más, de la literatura.

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