Un profesor de Rumano de la escuela 86 de Bucarest es un escritor frustrado. Vive en un trabajo en el que cada día le cuesta encontrar la clase en la que tiene que estar con sus alumnos, como si la escuela, como sucede con su casa en forma de barco, fuera un laberinto sin fin. Su cotidianidad se base en hacer todos los días el mismo trayecto en el tranvía 21 de casa a la escuela y de la escuela a casa. Pero su vida podría haber sido muy distinta y en lugar de escribir un diario con sus «anomalías» y su vida, podría haber sido un escritor de éxito si no hubieran vapuleado con una muy mala crítica su poema La caída, cuando era joven, en el Cenáculo de la Luna una noche de luna llena.
Con este argumento, la novela Solenoide (Impedimenta, 2015), del escritor rumano Mircea Cărtărescu, es la historia en primera persona de un profesor ahogado en una vida en la que no tiene salida. Y lo que pretende es, precisamente, escapar de alguna manera, como Alicia en A través del espejo, con la duda de si la que sueña es ella o, si por el contrario, en realidad ella es parte del sueño del Rey Rojo y si él despierta, ella desaparecerá. Sin embargo, está más cerca de sentirse una cucaracha kafkiana (los insectos, animales y ácaros tienen un papel muy importante en la obra) que un ser libre. Aparte de que desde pequeño fue un niño retraído, tímido, gemelo de un hermano que murió al poco de nacer (como descubrirá años después), y único visitante durante años y años de la biblioteca B. P. Hasdeu.
Y el protagonista del libro, anónimo, es todo lo contrario a un hombre libre (es uno de los narradores del libro de relatos Nostalgia, de 1989, a quien de niño llamaban Mircioso, lo que indica que es una especie de alter ego de Cărtărescu). Atormentado en cierta manera por su fracaso literario, decide escribir un diario y contar la historia de su vida. Por un lado, nos encontramos ante una historia onírica y metafísica, con sucesos de bastante terror con unos sueños o pesadillas muy extraños. Por otro, Cărtărescu presenta en la novela Solenoide un realismo de la vida diaria del grupo de profesores de la escuela 86 bucarestina, que se juntan en el despacho en los descansos entre clase y clase. Una escuela en la que también hay pasajes que pueden llegar a ser cómicos, totalmente borgianos, como la recogida de toneladas de papel por parte de los alumnos.
En ese lugar, en el que se supone que se tiene que educar a los niños, pero que son tratados por algunos profesores más como borregos que como seres humanos, conoceremos al portero, un gitano borracho y viejo llamado Ispas, que cumple el papel de ser la oveja negra de la escuela y de que todos se ríen, incluso los alumnos, porque dice que un día le van a abducir los extraterrestres. La sociología de Rumania golpea aquí de cara al tener a este gitano rumano como centro de las burlas, el odio y las sospechas de que es un ladrón.
La escuela está dirigida por el director Borcescu, un hombre casado que se sobrepasa con las profesores siempre que puede y que no deja de ser una especie de monigote, de trampantojo en manos del sistema, incapaz de hacer más cosas que decir riéndose solo él que no hay nada peor que el matrimonio, excepto la horca. Son estos momentos en los que la novela Solenoide es más realista que nunca. Como cuando se describe la pobreza de los padres del profesor, que cuando era niño no es que soñara con comprarse una bicicleta, sino que los niños del bloque querían tener un amigo con dinero para comprarse una bicicleta y que se las dejara. El horror de los sueños del narrador anónimo se contrapone a su felicidad, cuando siendo niño, dio vueltas sin parar montado en una bicicleta atada a un poste.
La obra nos introduce, por todo ello, en un mundo que mezcla el realismo de la escuela y de la pobreza en la Rumania comunista, con lo fantasmagórico, lo onírico y lo terrorífico de sus sueños, en los que unos extraños humanoides lo visitan de noche. Además de que algunas noches suceden fenómenos casi paranormales, por ejemplo, en sus marchas con los piquetistas, una especie de secta que se manifiesta en contra del dolor y de la muerte. Con ellos vivirá terribles acontecimientos que bien parecen pesadillas o alucinaciones, y, de hecho, el lector podrá incluso dudar de que las aventuras nocturnas del protagonista con los piquetistas o en una nave abandonada son alucinaciones y no son sucesos reales. Más reales son, por supuestos, las descripciones sombrías de la ciudad de Bucarest, gris, la ciudad más triste de la Tierra, como la describe el profesor.
Porque la novela Solenoide es un gran libro que mezcla lo real y lo ficticio, el engaño y la verdad, lo metafísico y lo tangible. Es un recorrido por la vida de este escritor (fan absoluto de la escritora Ethel Lilian Voynich y su novela El tábano, que le hizo llorar cuando la leyó cuando era pequeño) desde su infancia en un barrio pobre de Bucarest, incluida una estancia en una especie de internado para menores tuberculosos en Voila. Pero su estancia está a medio camino entre la realidad y la mentira: ¿son niños tuberculosos de verdad o víctimas del abandono parental y de extraños experimentos?
Mircea Cărtărescu, considerado el mejor poeta rumano de la actualidad, despliega en este libro una calidad literaria excelente, y obliga al lector a realizar un gran esfuerzo para comprender la novela. No es en absoluto fácil de leer, más allá de los pasajes científicos en los que el narrador habla del teseracto, de la cuarta dimensión de Hinton, de las matemáticas booleanas o de los experimentos del médico Nicolae Minovici, que se ahorcaba a sí mismo y después dibujaba lo que veía en esos momentos en los que estaba al borde de la muerte.
El protagonista de la novela Solenoide vive en una casa en la que gracias a un artefacto electromagnético llamado solenoide, es capaz de levitar a varios metros de altura. Y a lo largo de la historia descubrirá no solo su misterioso funcionamiento, sino la existencia de otros aparatos más en la ciudad de Bucarest. ¿Pero qué son y quién los ha colocado ahí, con qué fin? En esa tarea el profesor de Rumano invertirá parte de su tiempo, que también dedica a relaciones, algunas esporádicas y otras más series, con mujeres. Como Irina, una profesora y compañera de la escuela 86, con la que vivirá momentos de pasión, de sexualidad extrema y sin tapujos y de una fuerza que, según se dice, puede más que el odio: el amor.
¿Por qué este escritor frustrado, que tantas veces piensa en la cantidad de novelas que habría podido escribir de hacer recibido una buena crítica por su poema La caída, tiene esas visitas de noche? ¿Son reales los enanos que le sonríen de madrugada? ¿Realmente alguien o algo le saca de la cama con violencia y lo estampa contra la pared? ¿Es verdad que son los sueños los que provocan dolor físico y no al revés? ¿Por qué hay una silla de dentista en su casa y por qué este tiene forma de barco? ¿Es cierto que su vivienda en Maica Domnului, tiene cientos o miles de habitaciones o son fruto de su imaginación?
El lector deberá esforzarse en entender los acontecimientos que le suceden al profesor anónimo de la novela Solenoide. El estilo narrativo y literario no es el acostumbrado en la mayoría de las novelas, es mucho más complejo. Como lo es, por ejemplo, el de escritores latinoamericanos como Sergio Ramírez (aquí puedes leer la reseña de Margarita, está linda la mar) o de Roberto Bolaños (aquí está disponible mi reseña de la novela Los detectives salvajes). Es, por lo tanto, un tipo de literatura muy alejada de una simple lectura de verano en la playa.
Cărtărescu exige una lectura con mucha atención dada la calidad el libro, así como por su complejidad, con pasajes asombrosos como el de Virgil al frente de los piquetistas, la visita del profesor con su compañero Goia a una fábrica abandonada donde los alumnos suelen ir en lugar de a la escuela 86, o el pasaje final del narrador de la novela Solenoide mientras la ciudad se eleva a los cielos. Es un libro complejo, muy bien narrado y ejecutado, dividido en cuatro partes porque cuatro son los manuscritos que escribe su autor.
Un autor que vive en una dictadura comunista, la del dictador Nicolae Ceaușescu (1967 – 1989), que impregna el libro de manera indirecta en muchas ocasiones, aunque en otras, como los pasajes en los que. los profesores enseñan a los alumnos una Biblia cómica, más directa. Como también lo impregna en todo momento el miedo del profesor de Rumano, su congoja, su desconocimiento ante los entresijos de quienes le dominan más de lo que él piensa, como le sucede a Jim Carrey en la película El show de Truman.
Porque este profesor de la escuela 86 de Bucarest va un paso más allá de convertirse en una cucaracha kafkiana como metáfora de lo miserable que pueden llegar a ser nuestras vidas, tratados como bichos insignificantes por quienes nos tratan como tales o nos hacen sentir así. Tal vez el amor por una mujer y por un hijo recién nacido, tal vez la libertad en la intimidad del hogar, levitando con el electromagnetismo de un solenoide en el fragor de la sexualidad, sea la única redención que el ser humano tiene al alcance de la mano para no convertirse en un bicho asqueroso. ¿Pero qué sucede si incluso esos momentos son parte de un plan externo provocado por quien nos quiere controlar?
La novela Solenoide, en definitiva, es una obra maestra de Mircea Cărtărescu, grandiosa no solo por su extensión, sino por su estilo, por la historia, por lo que provoca en el lector. Un libro para sentarse a leerlo con calma y extrañarse, sorprenderse, asustarse, aprender que tal vez somos dibujos en una cartilla de un ser superior a nosotros, igual que los insectos o los ácaros son seres minúsculos en comparación con los humanos. Y que ese ser superior no es más que un minúsculo punto en manos de otro aún más grande, hasta llegar al ser más grande de todos. Pero que nos hace preguntarnos: ¿qué pasa cuando no es que seamos una cucaracha o un ácaro en manos de alguien más poderoso que nosotros, sino que nosotros mismos damos el paso para convertirnos en ello por propia voluntad? ¿Y qué pasaría si no fuésemos más que un sueño de un Rey Rojo que está en el centro del tablero de ajedrez?