Nadie vale más que otro, de Lorenzo Silva, serie Bevilacqua y Chamorro

Reseña del libro de relatos Nadie vale más que otro, de Lorenzo Silva

Un hombre aparece muerto con un disparo a bocajarro en la cabeza. Es verano y la Policía está ocupada en una operación contra una banda de rumanos, por lo que el caso lo deberán resolver el sargento Rubén Bevilacqua y la cabo Virginia Chamorro. No es el caso más complicado del mundo, ni uno de los que suelen adjudicarles, pero harán todo lo posible para dar con quien ha asesinado al hombre, de algo más de cuarenta años. En este caso, al contrario que en otros libros de la serie, sin embargo, no tardarán mucho.

Nadie vale más que otro (Ed. Destino, 2004), de Lorenzo Silva, no es una novela, sino un libro de cuatro relatos cortos en los que Bevilacqua y Chamorro investigarán otros tantos casos repartidos por la geografía española. No se trata tampoco de crímenes rocambolescos de tramas complejas, como los que suelen ser habituales en las novelas policiales.

Se trata de crímenes más bien comunes, pero como le dice el sargento Bevilacqua a la esposa del muerto en el primer relato, todos los casos hay que resolverlos por igual porque, por muy desconocida o del montón que sea una víctima, todas las personas valen lo mismo. Así pues, con el estilo narrativo habitual de la serie Bevilacqua y Chamorro, Silva nos acerca más a la idiosincrasia de España, aunque sin profundizar mucho en la psicología o vida personal de los dos personajes protagonistas, un punto en el que ya vimos en la reseña de La niebla y la doncella se dieron ciertos pasos para el lector de la serie.

En ese sentido, estos relatos son una especie de stand by en la profundidad con la que la narración en primera persona por parte del sargento, narrador de los libros, nos permite conocer la vida de los dos guardias civiles. De manera que lo mejor del libro de relatos Nadie vale más que otro, cuarto de la serie de Silva, es el retrato que se hace de la población rural española en los cuatro lugares en los que acontecen los crímenes.

El primero, Un asunto rutinario, meterá al lector en un asunto de drogas en Madrid; el segundo, Un asunto familiar, es una investigación de una violación y asesinato de una adolescente; el tercero, Un asunto conyugal, es la investigación de un feroz asesinato de una mujer; y el cuarto y último, Un asunto vecinal, el asesinato de un hombre ecuatoriano en un pueblo murciano.

Diferentes lugares de España son testigos de diversos asesinatos a manos de criminales con poca experiencia, lo cual, junto a la suerte que en algunas ocasiones surge en una investigación policial, hace que el argumento se resuelva en pocas páginas. Con una estructura policial clásica en cada relato, Nadie vale más que otro consta de narraciones escritas por Lorenzo Silva entre 2001 y 2004, tras la publicación en 2000 de El alquimista impaciente y en medio la ya mencionada novela La niebla y la doncella.

Los puntos en común en todos ellos es, como resulta familiar y habitual en el autor Ganador del Premio Nadal 2000 (finalista en 1997 con La flaqueza del bolchevique) y del Premio Planeta 2012, son la meticulosidad y en principio lentitud de un proceso policial; la absoluta compenetración entre la pareja de guardias civiles; la adjudicación de casos a la pareja por motivos incluso políticos por parte del comandante Pereira o su sustituto veraniego, ya se sabe que donde hay patrón no manda marinero, aunque en los libros de Lorenzo Silva no se refleja tanto como en otras novelas la presión agobiante de los superiores a los policías encargados de un caso; y el sentido del humor que desfila por el libro.

Igualmente, no son necesarios grandes crímenes, escenarios complicados ni tramas complejas para que resulten interesantes las cuatros narraciones cortas de Nadie vale más que otro. Los casos que se investigan no dejan de ser, a fin de cuentas, como los de la mayoría de crímenes y asesinatos: los asesinos en serie suelen ser los menos, como las puestas en escena más o menos espectaculares. Aunque sí haya atrocidades más truculentas, como la del relato Un asunto conyugal.

Esto demuestra varias cosas: la presencia de asesinos «fortuitos», crímenes en algunos casos ni siquiera planificados, sino situaciones que se van de las manos, sirven para atrapar la atención del lector. No es necesario que sean asesinatos fuera de lo común, porque en lo común es, precisamente, donde tenemos un espejo en que los escritores nos ponen delante de nosotros mismos y esos espejos están en Nadie vale más que otro.

Enseñándonos lo que, seguramente, no queremos ver. Y la fuerza que tiene en la literatura la narración de vidas cotidianas, siempre que dejen reflexiones y analicen realidades como el feminismo y la violencia de género, los prejuicios sobre los inmigrantes o la posibilidad de que cualquiera persona pueda matar si se dan las circunstancias precisa para que lo haga.

Ya lo dice Bevilacqua en uno de los relatos del libro Nadie vale más que otro, y también es una reflexión en uno de los capítulos del programa Tabú de Jon Sistiaga: los asesinos no son personas fuera de lo común, extraterrestres opuestos al común de los mortales, sino que son como cualquiera de nosotros. Los asesinatos no es que estén a la vuelta de cada esquina, pero no hace falta imaginarse a una mente maquiavélica escondida en una cueva perpetrando su próxima acción con la foto de la víctima en la pared de su habitación envuelto por la penumbra.

En definitiva, aunque Nadie vale más que otro no sea una novela, sino un conjunto de relatos, el estilo narrativo de Lorenzo Silva permanece intacto en ellos, con una estructura clásica pero condensada en menos páginas. Por lo que la recomendación para leer el libro está clara, es una necesidad para los amantes del género policial.

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