Emilio Arenas es un andaluz que viajó a Nueva York a buscarse la vida y convence a su mujer Remedios de que vaya con a vivir con él llevándose a América a sus hijas, las hermanas Victoria, Mona y Luz Arenas, abandonando Andalucía. Pero al poco de llegar las mujeres, Emilio Arenas muere y las mujeres, solas y sin hablar el idioma, deberán decidir qué hacen con el negocio, llamado El Capitán, que el hombre había abierto. Y no les será fácil en una ciudad hostil, como sabrán desde el momento en que les quieran pagar una indemnización por la muerte de Emilio y por la llegada a sus vidas del abogado italiano Fabrizio Mazza.
Las hijas del capitán (Planeta, 2018), es una novela histórica de María Dueñas que narra la vida de las hermanas Arenas en Nueva York tratando de sobrevivir con lo poco que tienen. Con una narrativa muy trabajada y un estilo correcto, Dueñas nos presenta las peripecias y todo el proceso de maduración de las tres jóvenes en las circunstancias más adversas. Su evolución desde niñas malhabladas y respondonas en su pueblo natal y a su llegada a Nueva York con la señora Milagros, anciana que vive en el mismo edificio que su madre, hasta la responsabilidades que deben tomar para sobrevivir en Nueva York en 1936.
A la muerte de su padre, la familia Arenas deberá enfrentarse a aceptar o no la indemnización que se les ofrece o, si por el contrario, aceptar que Fabrizio Mazza les represente. Sin embargo, pronto aparecerá en escena Sor Lito, una monja mayor y estrafalaria que les advierte de las malas arte y mala fama de Mazza y de la naviera que quiere indemnizarlas, y tratará de defenderlas. Mientras todo se resuelve, ¿qué harán las hermanas Arenas? Cada una con sus sueños, con sus problemas, con sus secretos, unidas como una masa sólida al principio, esa unidad se irá rompiendo con el paso de las semanas.
Las hijas del capitán será una posible solución al negocio de su padre, una casa de comidas sin mucho futuro en la ciudad que tratarán de convertir en un nuevo negocio pese al enfrentamiento con su madre Remedios. Y lo harán en una ciudad prácticamente desconocidas para ella, salvo la zona que rodea a la calle 14. Nueva York (donde transcurrirá décadas después la novela El Rey Recibe, de Eduardo Mendoza) vive un crecimiento sociológico en gran parte por la llegada de población inmigrante de España, Polonia, países latinos, Italia, Francia, China y muchos otros. Y en esa maraña de acentos e idiomas, Victoria, Mona y Luz querrán salir adelante junto al resto de la comunidad española esparcida en la ciudad.
La narrativa de la novela permite que sea lea con mucha facilidad, el estilo es cuidado y muy detallista. No es solo una novela de acción, sino sumamente descriptiva tanto a nivel de lugares como de sentimientos y pensamientos de los protagonistas. Así, en sus dudas, en sus traiciones o en sus decisiones, podemos estar en gran medida en la mente de todos ellos. María Dueñas usa la narración en tercera persona y el narrador omnipotente para darnos pistas que sus protagonistas muchas veces no tienen. Llevadas, en parte, por una situación que las sobrepasa, quizás porque la unidad familiar se diluye en el individualismo neoyorquino y las afecta directamente más allá de sus desgracias.
Estamos ante una novela histórica, Las hijas del capitán, que no va de grandes héroes, de grandes hazañas, sino de la supervivencia de una familia pueblerina en la gran ciudad del país de las oportunidades. Pero también es una ciudad de crímenes y de delincuentes más o menos peligrosos, como Tony Carreño, un bolitero que pronto entrará en sus vidas como un torbellino, opuesto a Fidel, el hijo del dueño de la funeraria que organiza el entierro de Emilio Arenas y cuyo sueño es ser el heredero de Carlos Gardel, por lo que ayudará a las hermanas a sacar adelante el negocio nuevo quieren montar con el nombre de la novela; y opuesto también a César Osorio, joven médico oftalmólogo.
Las hermanas Arenas, las hijas del capitán, vivirán situaciones que las sobrepasarán, vivirán amores y desamores, infortunios varios en una novela que engancha al lector. María Dueñas mezcla estos personajes ficticios (y otros como el tabaquero Luciano Barona y su hijo, Chano, que quiere ser boxeador) con otros reales, como el representante y cazatalentos musical Frank Kruzan o Alfonso de Borbón y Battenberg, el Príncipe de Asturias, hijo de Alfonso XIII que vivió desterrado en Cuba y Nueva York tras la proclamación de la II República en 1931. Pero las hermanas Arenas y Tony, su compañía cuando están en el frágil hemofílico de Alfonso de Borbón, ni siquiera sabrán la verdadera magnitud de la persona con la que tratan.
La novela Las hijas del capitán de María Dueñas narra la cruda realidad de vivir en una ciudad sin conocer el idioma, pero también la solidaridad entre compatriotas cuando vienen mal dadas. Pero en una época previa al estallido de la Guerra Civil Española, también se ven, aunque sea en segundo plano, los enfrentamientos entre monárquicos y republicanos. Aunque no sea el tema principal de la novela, que es la supervivencia frente a viento y marea, también está ahí.
Cada una de las hermanas Arenas conocerá la ciudad de una manera diferente, siempre con la esperanza de volver a España y dejar la ciudad. Pero sus vidas las llevarán por derroteros desconocidos. Victoria conocerá a un viudo que querrá hacerla feliz como esposa; Mona trabajará sirviendo a Doña Maxi, la tía del joven César Osorio, una mujer insufrible; y Luz tendrá el sueño de ser una estrella de la música, entre las esperanzas que le brinda Kruzan y las realidades más difíciles de trabajo duro de otros como el empresario catalán Xavier Cugat, el Rumbha King. Cada una, a su manera, sufrirá desengaños y guardará secretos al resto de la familia, las tres llorarán y sufrirán en esa ciudad inhóspita para muchos.
La calidad de la novela Las hijas del capitán es muy buena, no solo por el estilo narrativo, también por la propia historia. No importa que no vaya de héroes o heroínas, que las protagonistas no tengan un papel en la historia como nos acostumbra, por ejemplo, Ken Follett en novelas como La isla de las tormentas. Al contrario que ese tipo de libros, esta baja a lo más bajo de la sociedad, a la soledad de quienes son pobres y tienen dificultades para salir adelante. Pero con esos problemas de amor, de odio, de venganzas y de violencia que nos pueden afectar a cualquiera, máxime siendo inmigrantes en esos años.
Las hermanas Arenas, Victoria, Mona y Luz, su madre Remedios, la señora Milagros, Tony, Luciano Barona o Sor Lito vivirán las diferencias sociales con respecto a un degradado Alfonso de Borbón o las fiestas de clase y distinción organizadas por doña Maxi y la vida acomodada de César Osorio. Esas brecha sociales tan difíciles de superar, pero que en la mayoría de los casos de los españoles inmigrantes no se da, porque la mayoría son obreros, clase trabajadora que ha tenido que partir sin nada porque nada tenían y poco tienen en Nueva York.
Las hijas del capitán, de María Dueñas, no es una novela de cuentos de hadas, de héroes o heroínas que cambien el rumbo de la historia. Es la historia de una familia de mujeres sufridoras, que como en toda familia se odian y se aman, y que tratan de salir adelante por muchas adversidades que se lo impidan, por mucha maldad que haya a su alrededor. Es una novela de españoles inmigrantes que tienen sueños, que aman, que se defienden y tratan de sobrevivir de un lado u otro de la ley. Una novela con una trama exquisita y que, al leerle, no puede dejar ningún lector o lectora sin sentir pena, coraje, compasión y dulzura.