reseña de la novela Lágrimas en la lluvia de Rosa Montero

Reseña de la novela ‘Lágrimas en la lluvia’, de Rosa Montero

La detective privada Bruna Husky, una tecnohumana de combate, se despierta porque alguien está llamando a la puerta de su casa. Después de una noche de borrachera, abre la puerta y una vecina suya llamada Cata Caín, replicante (rep) como ella, intenta matarla, se saca un ojo y se suicida. Esta es otra más de la varias muertes similares de tecnohumanos que se producen en los Estados Unidos de la Tierra (EUT). Husky, entonces, recibirá el encargo por parte del Movimiento Replicante Radical (MRR) de investigar una posible conspiración humana contra los tecnohumanos.

Lágrimas en la lluvia (Seix Barral, 2011), es una novela negra de la periodista y escritora Rosa Montero ambientada en la ciudad de Madrid a comienzos del siglo XXII, en el año 2109. Un claro homenaje a la película Blade Runner, a la que se hace referencia en varios momentos de la novela y ya cuyo título es una clara alusión a la película futurista rodada en 1982. Husky, aturdida por lo que le ha sucedido y siempre teniendo en mente la cuenta atrás del tiempo que le queda hasta que llegue su muerte programada, se meterá de lleno en una trama muy futurista, pero muy humana y actual.

Como parte de su investigación, la detective Bruna Husky deberá luchar contra muchos actores y conspiraciones, incluida contra ella misma y su comportamiento antisocial. Porque desde el momento de recibir el encargo y de aparecer en escena el Partido Supremacista Humano (PSH) alertando del peligro de los reps, producidos por los humanos, todo se complicará. A varios niveles, desde la propia investigación hasta su vida, sobre todo con la aparición de dos humanos: el policía Paul Lizard, que será su sombra en la investigación, y el memorista Pablo Nopal.

Con Lágrimas en la lluvia, Rosa Montero nos plantea una novela negra distópica llena de ciencia en un futuro realmente cercano, al que nos acercará mediante la revisión histórica que hace Yiannis Liberopoulos, un archivero central amigo de Husky. Yiannis, que ayudó a Husky en el pasado, será el punto de conexión del lector entre el presente de la realidad, 2011, y el presente de la novela.

Será gracias a él como la autora nos pondrá en antecedentes de guerras, alianzas y odios que traspasarán las fronteras humanas conocidas actualmente para extrapolar lo mejor y peor de la raza humana al futuro, alienígenas (no se les puede llamar bichos, pero el odio al diferente de muchos les lleva a llamarles así). Alienígenas de diferentes planetas y procedencias hacia los que muchos humanos sienten odio, como hacia los tecnohumanos. Pero incluso estos, por ser una creación humana, acaban sintiendo lo mismo o cosas muy parecidas, como el miedo a la soledad o a la muerte (de sentimientos fuertes trata la novela La carne, de Rosa Montero, también reseñada en esta web).

Bruna Husky es una replicante de combate diseñada para combatir y matar. Es un producto de los humanos, pero dotada de características especiales para investigar. Aunque sea con Lizard espiándola y controlándola, ya que en ese Madrid del siglo XXII los avances tecnológicos permiten el rastreo de las personas de manera mucho más definida y perfecta que ahora. Pero Husky andará perdida en la investigación movida entre varias aguas, acabando ella por momentos también perdida como lágrimas en la lluvia, diluida.

Esta investigación la llevará a conocer de cerca a la cúpula del Movimiento Replicante Radical: a Myriam Chi, a Valo Nabokov o a Habib, convencidos de que hay una conspiración contra ellos por parte de los supremacistas humanos, cuyo líder, Hericio, cobra un gran protagonismo alterando y fomentando mensajes racistas y de odio. Todo ello complicará la resolución del caso, además de los diversos crímenes y asesinatos en un clima de odio y venganza. Pero todo ello beneficia a alguien, como se sabe, a río revuelto ganancia de pescadores, y cuando hay odios y rencillas, siempre hay alguien que coge la caña para pescar.

Lágrimas en la lluvia, ganadora del Premio Nacional de las Letras además de llevarnos a un futuro que en cierto sentido puede asustar como el de toda buena distopía sólida. Y Rosa Montero crea con esta novela negra una trama perfecta, que atrapa al lector y le hace sentir la realidad de los hechos, de las amenazas, de los odios ahora entre humanos, en el siglo XXI actual. Con un lenguaje exquisito y una narración en tercera persona, la novela plantea dilemas que vivimos en la actualidad, con especies enfrentadas como hay naciones y Estados enfrentados. En un futuro con raíces tan actuales, tan bien traídas y una evolución histórica ficticia tan buena, que es motivo de aplauso.

Bruna Husky será, por lo tanto, el punto central de una trama en la que por momentos parece un peón, una pieza de ajedrez dominada por los demás. Dominada por Nopal, un memorista y escritor con un oscuro pasado; dominada por Lizard; dominada por el odio que empieza a sentir por los humanos porque la miran con recelo y temor cuando aumentan las muertes provocadas por reps, replicantes o tecnohumanos como ella. Una vorágine de violencia, de oscuras intenciones, de secretos de Estado, de manipulación de la historia pasada y presente, de paces intergalácticas de difícil equilibrio.

La novela negra Lágrimas en la lluvia nos enseña mucho de quiénes somos, de cómo los humanos nos sentimos dioses con un avance tecnológico brillante y reflexiones filosóficas de robótica que nos recuerdan a las leyes de la robótica de Isaac Asimov. Y también cómo la deshumanización que vivimos en ciertos aspectos, con una mercantilización de nosotros mismos, puede llevar a una evolución del «hombre anuncio» como sujeto pasivo en el que se incluyen anuncios de marcas (como un mono de un piloto de Fórmula 1) a una «rep anuncio» como RoyRoy, cuyo único valor es ser portadora de unos anuncios y hologramas que no paran nunca.

Porque el argumento de que esta es una magnífica novela que debe ser leída no se basa solo en la trama ficticia, en cómo el siglo XXII es como es. Sino también por las conciencias que puede remover sobre el amor, el odio, la venganza, la violencia, la muerte, la obsolescencia programada en seres sintientes como los tecnohumanos, de cómo un replicante puede verse ante su creador igual que un humano ante Dios o ante el médico que le dio vida en la probeta de un laboratorio.

Esa creación de vida en laboratorios lo tiene en común con Un mundo feliz, de Aldous Huxley, la distopía por antonomasia. Pero al contrario que en otras, además del estilo personal de Rosa Montero, Lágrimas en la lluvia carece de alguno de los elementos básicos en este tipo de género, ganando fuerza el género negro: aunque hay una crítica social muy fuerte, metiendo en el dedo y hurgando en las heridas, esta novela no tiene una resistencia como es habitual en la distopía. Más o menos contentos, no hay un grupo resistente que realmente quiera cambiar el sistema.

Lo cual no le quita valor, porque la novela es muy buena de principio a fin, motivo por el cual es una recomendación de libro que hay que leer sí o sí para entretenerse. Y recapacitar sobre el futuro de la Tierra por culpa del cambio climático; la moral de crear seres que sientan, sobre la moralidad de la política y de cómo azuzar a las masas con un motivo tan viejo que, por desgracia, sigue dando resultado: utilizar al diferente, al extraño, al extranjero, como chivo expiatorio de todos los males.

El punzón de la literatura de Rosa Montero pincha sin remedio al buen lector, porque es una escritora que mezcla una narrativa poética y hermosa con problemas sociales del siglo XXI que se transforman y extrapolan a problemas y conflictos interespecies e interplanetarias en el siglo XXII. Y refleja y escribe sobre el dolor, la pena, el sufrimiento, el odio, la vejez, la soledad, la guerra, la política sucia, la presencia de niños abandonados en las calles y el amor tan a partes iguales en Lágrimas en la lluvia de una forma tan magistral que es difícil no sentirse tocado.

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