Carlos Hondero es uno de los hombres más influyentes de Barcelona y de Cataluña acusado de un delito que no niega haber cometido, aunque todos a su alrededor intentan convencerle de que diga que es inocente. Y de que se probará su inocencia, como le dice su abogado de oficio, Servando Fuentevella. Sin embargo, él, presidente del Banco Salcedo, está convencido de que su final está relacionado con el caos al que le ha llevado la vida a lo largo de los años.
La novela La gangrena (Premio Planeta 1975) de Mercedes Salisachs muestra una alta sociedad barcelonesa y catalana sórdida, frívola, aislada del resto de las clases bajas. Unas altas esferas a las que Carlos Hondero quiere escalar y donde la mentira, la hipocresía y la traición están a la orden del día. No solo en lo relativo al Banco Salcedo, al que entra a trabajar desde lo más bajo siendo muy joven gracias a su tío Rodolfo. También en todo lo relacionado con la vida de frenesí de diversos condes, marqueses y nuevos ricos. En esas familias como los Moraldo, a la que pertenecen el que será un extraño amigo de por vida, Paco Moraldo, y Lolita, su hermana.
La autora nos lleva a hacer un recorrido siniestro por el espíritu y las acciones del ser humano. Hondero pertenece a una familia pobre, su padre murió en la pandemia de peste ejerciendo de médico y su madre es una mujer que con el paso de los años dará serios tumbos ideológicos y religiosos. La única figura paterna del joven Carlos será la de su tío Rodolfo, hombre de izquierdas que año tras año deseará la llegada de la República porque es sinónimo de progreso.
Sin embargo, ni el progreso ni la llegada de la II República en 1931 para dar por terminada la monarquía de Alfonso XIII servirá para contentar ni a los republicanos. Porque la gangrena que da título a la novela se extiende por todas partes, a derecha y a izquierda. No se diferencia ideológicamente hablando, acaba por corromper todos los cuerpos. Pasando por la Guerra Civil Española (1936-1939), en la que Carlos Hondero luchará como voluntario sin llegar a saber muy bien por qué, el personaje principal se nos presente como un perfil de hombre parecido al pintor Juan Pablo Castel de la novela El túnel de Ernesto Sábato.
Ya que la novela La gangrena es igual de oscura que ese túnel en el que vivió el pintor del libro de Sábato. Un túnel que no sabemos si tiene fin, si hay una luz relacionada con alguna solución al caos, la mentira y la violencia que resumen la vida de Carlos Hondero. Un hombre que se niega a ser inocente. ¿Por qué? A lo largo de su existencia no ha sido un hombre ejemplar, como algunos como su suegra lo quieren ver. No ha tenido ninguna relación normal, que no sea lo que a día de hoy llamamos ‘relación tóxica’. ¿Pero qué le lleva a preferir ser condenado a ser absuelto de un crimen?
Lo haya cometido o no, Carlos Hondero es un hombre incapaz de mantener una relación normal con las mujeres. Lo que pueda ser amor, se convertirá pronto en odio y repugnancia. Únicamente Lolita será diferente, distinta a las demás. Pero con ella los problemas serán otros. Como problemas tendrá con el hermano de ella, Paco Moraldo, un chico con el que vivirá una amistad con más odio e intereses de por medio que amistad desinteresada (la única real). Y así, la vida de Hondero será la de un hombre que irá escalando en la sociedad y en el banco, pero hundiéndose en la vida, incluido este triángulo de amistad y amor con los hermanos Moraldo, de los que no se alejará tanto como les sucede a los protagonistas de Malandar, de Eduardo Mendicutti.
El estilo narrativo de la novela La gangrena es perfecto. Una primera persona desgarrada, sin anestesia. No estamos hablando de una novela de entretenimiento para pasar el rato. El libro, primer Premio Planeta de la democracia, es duro. Las psicologías de los personajes, sus comportamientos, su dolor, sus desgracias, su frivolidad (en Can Bou o en cualquier sitio), sus odios, sus venganzas… tal vez no conseguirán herir la sensibilidad del lector. Pero seguro que lo hará recapacitar.
¿Todos sufrimos la misma gangrena de la que se salva físicamente Carlos Hondero, herido de guerra, héroe para el bando nacional? ¿Podemos convertirnos cualquiera de nosotros en una Alicia o en una Serena o en una Paco Moraldo? Podemos cambiar de ideas de la noche a la mañana como la madre de Carlos Hondero? Porque más allá de que el protagonista consiga el éxito en los negocios como le ocurre a un personaje como Onofre Bouvila en La ciudad de los prodigios de Eduardo Mendoza, los negocios no son el foco principal en el que debemos poner la vista en la novela La gangrena.
En una narración genial y con el desarrollo de la historia de España como telón de fondo, Mercedes Salisachs desgrana lo más turbio de la mente del protagonista. Siempre en una balanza en la que si Aristóteles decía que en el medio está la virtud, Carlos Hondero salta de un extremo a otro, con los peligros que ello conlleva. Ni la ayuda del padre Celestino ni de alguno de esos curas ‘progres’ de los años ’60 le valdrá mucho. Su trayectoria vital está abocada al sufrimiento, a caer cada vez más a un abismo en el que la gangrena se apodera de todo, extendiendo la putrefacción.
En definitiva, la novela La gangrena de Mercedes Salisachs es una obra enorme, no solo por las décadas que abarca la narración, sino por el poso que deja en el lector. No es una novela entretenida o para pasar el rato. Es mucho más, es una bajada al infierno de la psique humana enferma (de todas las psiques enfermas de los centenares de personajes que transitan por ella). Idas y venidas en las que la palabra amor será difícil de entrever, mientras que el odio, el mal, la venganza y la enfermedad moral y psicológica priman por encima de todas las cosas. Haciendo de esta una novela excelente, compleja, llena de preguntas y de respuestas difíciles de encontrar.