El mosso d’Esquadra Melchor Marín entra una madrugada en un club en el que hay mujeres prostituidas. Allí le pega una paliza al dueño, a quien el mosso ha intentado que se le condene en un juicio reciente, sin conseguirlo. Y libera a varias jóvenes africanas, menores de edad. El agente de la policía catalana, como un justiciero, regresa. Y lo hará, más allá de esta esporádica inversión en un caso anterior, para resolver una extorsión sexual o sextorsión a la alcaldesa de Barcelona y que puede acabar con su carrera política para siempre.
Independencia de Javier Cercas (Tusquets, 2021) es la segunda parte de la novela Terra Alta, ganadora del Premio Planeta 2018. Si en la primera novela, el mosso que abatió en Cambrils a uno de los islamistas que cometió los atentados terroristas de 2017 se aleja de Barcelona y se queda a vivir en la Terra Alta, se casa y participa en la investigación del asesinato del matrimonio Adell, ahora tiene que volver a Barcelona. Acepta a regañadientes, pero finalmente investigará en comisión de servicio.
Esta novela tiene un valor sobre todo en lo relativo a la metaliteratura, al humor, al homenaje a Miguel de Cervantes y al Quijote, y a la visión vengativa y sin escrúpulos de la política. Ambientada en el año 2025, con una pandemia de coronavirus ya superada, la realidad es que como novela policial no es una buena elección de lectura. Su calado es sobre todo político: qué es la política catalana, cómo son los políticos catalanes y cómo el procés y de declaración de independencia de Carles Puigdemont sirvió para tener a un enemigo, pero se les fue de las manos.
El caso, el chantaje sexual a la alcaldesa, creo que se resuelve de una manera demasiado sencilla y clara como para que la trama sea definida con la palabra compleja. Por eso, fuera del genero policíaco, el valor de Independencia de Javier Cercas está en mostrar el lado humano de una especie de héroe solitario como Melchor Marín, que al mismo tiempo que está inmerso en este caso, sigue sin olvidar que no ha podido resolver el asesinato de su madre, una prostituta llamada Rosario Marín. Una venganza que quiere cobrarse en un mundo en el que los políticos solo esperan una mínima oportunidad para acuchillarse por la espalda.
Esa es una de las grandes enseñanzas de esta novela de Javier Cercas. Independencia refleja que en la política se hacen extraños compañeros de cama en más de una ocasión, pero la ambición sin piedad no es ni mucho menos extraña. La alcaldesa de Barcelona, que gobierna la ciudad después de que lo hiciera Ada Colau, es una muestra de hipocresía y de cómo el poder cambiar a las personas: primero defendía la postura del ‘Refugees Welcome’ y cuando llega en el poder se convierte en paladina antiinmigración, en una xenófoba defensora de los valores tradicionales, lo contrario de lo que era de joven.
Independencia de Javier Cercas es, más que una buena novela policial, una dura crítica a la política y a la elite económica de Cataluña. Esto queda patente en la trama principal relatada en primera persona por un hombre, Ricky Ramírez, a quien Melchor Marín interroga: la elite catalana, y así lo aprenden desde joven como lo hicieron Vidal, Casas y Rosell, hace lo que quiere con quien quiere, sin importar las consecuencias. Pero este comportamiento se podría extrapolar a cualquier elite y a cualquier juventud cubierta de dinero y no cubierta del sudor y el polvo del trabajo duro diario de una clase media baja o baja.
Porque el dinero es poder y quien tiene dinero pone y quita a jueces, pone y quita a alcaldes y presidentes, y hace que los ciudadanos se enfaden por lo que ellos quieren. Frente a esta visión de la política y la economía, está el mosso d’Esquadra Melchor Marín, un héroe solitario (¿se le puede llamar héroe o sería mejor antihéroe?) y viudo que a las órdenes del inspector Blai ayudará a resolver la extorsión sexual a la alcaldesa. A ella le piden cientos de miles de euros para que un vídeo sexual en el que ella aparece no salga a la luz.
Pero aunque en este sentido Marín esté del lado de la ley, es un hombre que pega palizas a los hombres que maltratan a sus mujeres. Así que en su regreso a Barcelona con su hija Cosette (llamada así en homenaje a la hija de Jean Valjean, protagonista de la novela Los miserables de Víctor Hugo, que Marín leyó en la cárcel y le animó a ser policía para descubrir a los asesinos de su madre), Javier Cercas en Independencia nos muestra cómo la sed de venganza permanece a lo largo de los años, como sucede en El conde de Montecristo. Y no tanto una investigación policial como las de novelas del estilo de La ira del fénix y el resto de Rafa Melero, también con mossos como protagonistas.
La venganza y el odio suelen ser motores más fuertes que el amor para satisfacer los anhelos de las personas. Lo demuestra Cercas en Independencia, en la que la economía y el poder vuelven a ser protagonistas como en Terra Alta. Una novela que, en claro homenaje al Quijote, se convierte en un personaje más de Independencia, como el propio Cercas, ya que Melchor Marín descubre que hay un escritor que ha escrito una novela sobre él. Un escritor, Javier Cercas, del que se dice que cuando afirma que en sus novelas se cuenta la verdad, en realidad es ficción; y que cuando dice que todo es ficción, cuenta la verdad. Y aquí hay que mencionar la famosa polémica de Cercas con el columnista Arcadi Espada en relación con la novela Soldados de Salamina.
Porque la novela Independencia de Javier Cercas tiene este componente de hablar y hasta reírse de sí mismo como escritor. O de reírse de lo que los demás cuentan de él, mejor dicho. No llega al género autoficción, pero el aire quijotesco no solo está en que Melchor Marín es un luchador que está solo contra el mundo (el abogado Vivales, que le defendió y le sacó de la cárcel siendo adolescente por petición de su madre, está más para cuidar a Cosette y para defender de verdad las causas perdidas y a los muertos de hambre). También en hacer que en la segunda parte del libro se hable de la vida de un hombre, protagonista de la primera, como si fuera real y su figura se convirtiera en personaje literario.
Los atentados de Barcelona y Cambrils del 2017 ya quedaron atrás en esta novela, y el secretismo de la verdadera identidad de Melchor Marín también. Ya hay hasta una novela sobre él, de la que aparece un ejemplar que le enseña su amiga Rosa Adell. Incluso sus compañeros y jefes hablan más abiertamente de él, es una especie de leyenda y hasta en la televisión intentan hablar de él como ejemplo y espejo en el que la sociedad catalana debe mirarse. Así que es señal de que la vida continúa, aunque la de otros como la alcaldesa estén, al menos políticamente hablando, pendientes de un hilo.
En conclusión, la novela Independencia de Javier Cercas, segunda parte de Terra Alta, vale mucho la pena para conocer en profundidad los tejemanejes de la política (no solo de la catalana, quien piense que solo en Cataluña hay políticos sin escrúpulos y corruptos se equivoca), las luchas de poder, el salvajismo al que puede llegar quien se cree invencible. Y, quién sabe si merece la pena creérselo o tomárselo simplemente como un pensamiento romántico y evocador, para darse cuenta de cómo, en ocasiones, como le sucede a Melchor Marín, se demuestra que las novelas no valen para nada, salvo para salvar vidas.