Urania Cabral es una exitosa mujer que trabaja en Nueva York (Estados Unidos) y que en unas vacaciones, sin pensarlo mucho, decide volver a su país de origen, la República Dominicana. Alojada en un hotel de Santo Domingo, que durante la dictadura del coronel Rafael Leónidas Trujillo Molina se llamó Ciudad Trujillo, decide ver a su anciano padre, el antiguo presidente del Senado, Agustín Cabral, apodado Cerebrito Cabral, trujillista de toda la vida. ¿Por qué decide Uranita volver al país del que huyó y decidió que nunca más volvería?
La fiesta del chivo (Alfaguara, 2000), del escritor peruano Mario Vargas Llosa (Premio Cervantes 1994 y Premio Nobel de Literatura 2010) narra por qué ahora, con 49 años, Urania regresa a su país. Un acontecimiento que el autor toma como hilo conductor para narrar el fin de la Era Trujillo, con el asesinato del dictador a finales de mayo de 1961. Un punto y final a una dictadura de 31 años en la que Trujillo era adorado como un Dios, como un hombre que no sudaba nunca, Padre Benefactor del país.
Para hacerlo, Vargas Llosa usa una narrativa excelente en la que con una tercera omnisciente, interpela a la protagonista mientras pasan las páginas. Urania Cabral vuelve a ver a su padre muchos años después, este postrado en una cama, enfermo, sin poder decir ni una palabra, mientras ella habla con él. Ese mismo día, Uranita cenará en casa de su tía Adelina, junto a sus primas Lucindita y Manolita. En casa de su anciana tía, contará la verdad de su pasado, cuando solo tenía 14 años y era una adolescente que no entendía la realidad del salvajismo de la dictadura de Trujillo, con el doctor Balaguer como presidente de la República en calidad de florero, de adorno.
Un dictador que hipnotizaba y prácticamente sometía a todos con su mítica mirada, de la que todo el mundo hablaba y bajo ante la cual caían sin remedio cuando posaba sus ojos en ellos. De setenta años, voz chillona y un bigote que emulaba al de Adolf Hitler, los problemas se le acumulan al general Trujillo como se narra de forma impecable en La fiesta del chivo: Estados Unidos ya no le da el apoyo del pasado; tiene que luchar contra el comunismo e impedir que se adueñe de la isla como sucedió en Cuba con la revolución de Castro y la huida de Batista; contra las duras críticas de la Iglesia dominicana contra su régimen, que le saca de quicio; y, lo más peligroso, luchar contra un cáncer de próstata que le destruye por dentro de manera irremediable.
Esta novela, La fiesta del chivo, en la que Vargas Llosa despliega lo mejor de su narrativa (aquí puedes leer mi reseña de otra de sus novelas, Conversación en La Catedral), también le muestra al lector desde dentro cómo el grupo de tiranicidas planea y ejecuta el asesinato de Trujillo buscando un cambio social. Antonio de la Maza, Amadito, Antonio Imbert y otros forman parte de la trama que busca decapitar a la dictadura para formar una junta civico-militar tras la muerte de Trujillo. Un militar cuya mano derecha, quien deja el camino lleno de cadáveres sobre los que andan los políticos, es el coronel Johnny Abbes García, jefe del Servicio de inteligencia Militar (SIM).
En su papel de «poli malo», Abbes García es el más odiado de los máximos responsables de la dictadura, mientras Trujillo pasar por tener todo el apoyo del pueblo (al menos, del pueblo que le apoya). Las relaciones internas, las zancadillas de unos a otros para ganar poder, las caídas en desgracias (muertos, represaliados, en la cárcel…) de quienes pierden la confianza del dictador, los equilibrios geopolíticos con Estados Unidos, las relaciones con la Iglesia Católica, la invasión de Bahía de Cochinos (Cuba), es el telón de fondo de La fiesta del chivo, una magnífica novela.
Un telón de fondo que si se sacude, deja aflorar toda la mierda de la dictadura. Con un lenguaje pulcro, de manera muy fluida y un estilo perfecto propio de una de las grandes figuras de la literatura universal, Mario Vargas Llosa traza de manera soberbia toda la historia, las penurias del pueblo dominicano, la sanguinaria dictadura militar y las de Urania Cabral. ¿Qué le llevó a tener la ayuda de la Sister Mary y las Dominican Nuns para poder estudiar en una prestigiosa universidad de Estados Unidos? ¿Por qué odia a su padre, Agustín Cabral, caído en desgracia durante la recta final de la Era Trujillo, aunque no tanto como para ser asesinado?
La fiesta del chivo es un relato apasionante lleno de crudeza, de asesinatos, de venganza, de crueldad, de felonías, de villanos que se convierten en héroes… Una manera de acercarse a la historia de la República Dominicana y reconocer en el presente (pongamos como ejemplo el reciente asesinato de Jovenel Moïse, presidente de Haití, este mes de julio de 2021) los grandes males del Caribe y América Latina décadas tras década. Con países pobres y reprimidos, que tratan como salvadores al dictador de turno, cuyos hijos, como Ramfis Trujillo, dilapidan fortunas en París comprando a las mujeres más famosas y bellas de Francia y el mundo.
El Padre Benefactor, mientras tanto, quiere seguir manteniéndose joven, pero a él no le hace falta comprar a las mujeres, porque son los propios dominicanos quienes se las sirven en bandeja de plata. Todo sea por tener contento al salvador de la patria, con las manos manchadas con la sangre de los haitianos décadas atrás para impedir que invadieran la isla. Porque eso es lo que hace un padre, como si fuera un enviado de Dios: proteger a sus hijos. Aunque estos no tengan derechos, aunque sus mujeres y sus sean fueran pura mercancía sexual para colmar los apetitos sexuales del general Trujillo.
Porque en La fiesta del chivo (Chivo, así se le apodaba a Trujillo, dictador del que usando otras referencias a animales también se puede decir que «a todo cerdo le llega su San Martín») tenemos un cuadro perfecto de lo que es una dictadura, del apoyo que reciben los dictadores porque quienes son sometidos por ellos, de la crueldad humana que es capaz de separar a padres y a hijos, no solo a desconocidos que se convierten en enemigos.
Mario Vargas Llosa, en esta novela maravillosa (como suelen acostumbrar a hacer los escritores latinoamericanos, solo hace falta ver otros ejemplos como Margarita, está linda la mar, del también Premio Cervantes Sergio Ramírez), nos plantea la visión oscura y real de una dictadura, de la desesperación de algunos por acabar con ella, de las duras represalias que sufrirán por sus actos. Y conoceremos los secretos, no solo de alcoba del general Trujillo, sino de Urania Cabral, eje sobre el que gira la novela.
¿Por qué decidió regresar Uranita a la República Dominicana? La fiesta del chivo es la novela de parte de su vida, no de toda, pero sí de la parte más importante de su existencia. Pasados 34 años desde que salió del país, ha regresado y se decide a contar la verdad. Y al igual que el narrador de la novela interpela a la protagonista en los capítulos centrados en su regreso a la isla, su vida nos interpela a todos los lectores.
¿Cómo puede un hombre llegar a ser una especie de Dios salvador para el pueblo al que oprime y conseguir la justificación para los actos más horrendos e injustificables? ¿Cómo puede creerse la gente que un hombre no suda? ¿Y cómo puede ser tan actual una novela escrita hace 20 años sobre acontecimientos de hace 60 años y que viendo cómo está el mundo, pudieron haber ocurrido ayer mismo? Esto no sucede solo por la extrema calidad literaria de Mario Vargas Llosa, sino porque los grandes males de la política y de la maldad sin límites del ser humano es la misma siempre, permanece de manera irremediable con el paso del tiempo.