Caroline Eccleston es una investigadora de la Universidad de Oxford (Reino Unido) que en el año 1977 va a realizar su tesis sobre la vida en los internados privados suizos en el periodo de la II Guerra Mundial. Para su trabajo llama a una de las exalumnas del internado Santa Úrsula, Charlotte Geiger. Pero cuando realiza la llamada telefónica, su interlocutora cuelga el teléfono de pronto y su propósito parece irrealizable y no podrá hacerle el favor el señor Burrell, cuya difunta esposa, Eleanor Fitzgerald, trabajó en ese internado para señoritas. Sin embargo, muy poco después recibirá una invitación de la señora Geiger para visitarla en Zurich y hablar el tema del que quiere tratar su tesis doctoral.
Una promesa de juventud (Suma de Letras, 2020), de María Reig, es la segunda novela histórica de esta escritora y nos sumerge de lleno, gracias a la narración en primera persona de las dos personajes principales, en la vida de los internados St. Úrsula y Sankt Johann im Imwald, en el bosque del Sihlwald. Poco a poco se irá desgranando la historia, de manera lenta, de cómo afectó la II Guerra Mundial a la vida en estos internados, donde chicos y chicas de familias poderosas de todo el mundo se formaban para ser líderes y personas influyentes del futuro.
Charlotte Geiger llevará el relato a su manera, narrando con gran detalle, quizás excesivo, todo lo que vivió en el último año en el que estuvo abierto St. Úrsula, el curso escolar 1939-1940. Recordará así para la joven investigadora Caroline Eccleston todos los momentos que vivió junto a compañeras como la española Sara Suárez, la alemana Liesl Bachmaier, la portuguesa Joanna Medeiros o la canadiense Évanie Sauveterre. Además de cómo era la dirección bajo la directora Lewerenz y las clases de las profesoras Anabelle Travert, Sienna Gimmondi o la señorita Habicht, entre otras.
Y, al mismo tiempo, sus relaciones con los profesores y estudiantes del vecino internado masculino Sankt Johann im Wald, tales como el profesor Adam Glöckner y alumnos como hijo del duque de Arrington (Reino Unido), George Barnett y sus amigos el hindú Dilip o el suizo Viktor Stähelli. Todos ellos formarán una red cuyos hilos forman una novela histórica muy buena, a la altura de su anterior novela, Papel y Tinta. Ambas novelas, la anterior y esta Una promesa de juventud, con una narración muy pausada, tienen varios puntos en común, como la pulcritud del lenguaje, aunque tal vez la lectura pueda hacerse demasiado larga por la cantidad de detalles y situaciones que acogen.
Lo más importante de esta novela histórica tal vez no sea, en mi opinión, el motivo del cierre del internado St. Úrsula en 1940, un escándalo o acontecimiento que pudo serlo. Ni la tensa calma de tener a los soldados suizos continuamente cerca de ellas avisando del peligro de una posible invasión. Ni la extrema facilidad de la joven Charlotte para robar una bicicleta y escaparse del colegio cuando quiere. Sino todo el contexto histórico y las relaciones entre las protagonistas. Charlotte Geiger, llamada de joven Charlotte Fournier (apellido de su padre) es un personaje misterioso, pero de su relato y su memoria extraemos verdaderas enseñanzas en esta novela.
Algunas de las más importantes son las siguientes, amparadas en una novela que, en general, es muy detallista y precisa con el contexto histórico y el devenir del conflicto en los primeros meses, la educación de la época, la vestimenta, el lenguaje… Tiene todos los ingredientes canónicos de una gran novela histórica, lo que le augura un gran futuro como escritora de éxito durante muchos años si sigue así.
En primer lugar, el impacto del conflicto bélico en la vida de tantas chicas jóvenes y chicos de ambos internados, de forma más directa en el internado femenino. Charlotte Fournier se nos presenta en la novela Una promesa de juventud de María Reig como una adolescente casi mayor de edad con unos valores éticos y patrióticos muy poderosos, firme defensora de la neutralidad suiza. Esto no representaba ningún problema antes del conflicto, pero una vez estalló la guerra, surgen las riñas y rencillas, por ejemplo, con Liesl Bachmaier y su familia. Ella, sobre todo, más proclive a defender el nazismo y a Adolf Hitler y su expansión por los agravios sufridos tras la Gran Guerra treinta años antes. ¿Es más poderosa la amistad que la ideología en tiempos de guerra?
En segundo lugar, tenemos las diferentes historias de amor o desamor que surgen con algunos personajes. Amores imposibles por pasados que no están olvidados y que son esposas que dejan las manos atadas. Porque el deber y la obligación son más poderosos que las ganas de amar. Por el qué dirán de las familias si se enteran de quiénes son los progenitores de unos y otros. O por lo que, con el paso de los años, nos damos cuenta que no son más que caprichos pasajeros. El amor no entiende de guerras ni enfermedades, surge y es imparable, aunque en más de una ocasión nos esforcemos por detenerlo.
Y en tercer lugar destaco las relaciones paterno-filiales o similares que aparecen en la novela Una promesa de juventud de María Reig. La joven escritora juega muy bien con varias relaciones de este tipo, tanto en el pasado con en el presente, siendo las más importantes las del pasado. Unas relaciones entre adultos y jóvenes que en algunos casos son entrañables y muestran evoluciones más o menos comunes como pasar del enfrentamiento típico de jóvenes que se hacen los difíciles para marca distancias, a la posterior amistad. Como parte del arco evolutivo de los personajes, todos las relaciones importantes varían, evolucionan, y los personajes sufren cambios importantes y no se mantienen inmóviles. Otras veces, la novela refleja la dureza de las relaciones padres impositivos o que no aceptan del todo la libertad de los hijos, quizás hasta que otro adulto le convence de su valía como persona independiente.
Con todo ello, María Reig establece en Una promesa de juventud una narración muy extensa y detallista en la que al interés de la historia del pasado se une el hecho de que alguien le está dejando a Caroline Eccleston en su habitación del hostal de Zúrich una serie de cuadros surrealistas. Estos incluyen una serie de mensajes cifrados, lo cual hará que sufra algo de miedo e intranquilidad al no saber quién le deja estos mensajes y qué importancia tienen para las citas que mantiene con Charlotte Geiger, una magnate inmobiliaria, en diferentes lugares de Zúrich, como su propia casa.
En conclusión, Una promesa de juventud es una muestra más, la segunda, de la gran capacidad narrativa e investigadora para novelas históricas que tiene María Reig. Una autora que de momento se caracteriza por relatos históricos protagonizados por mujeres fuertes, que intentan superar todas las barreras que se encuentran en la vida, con una importancia mucho mayor que la de los personajes masculinos.
Lo hizo en Papel y Tinta, cuyo personaje principal, Elisa Moreno, se disfraza de hombre para trabajar de periodista en El Demócrata de Madrid durante las décadas de 1920 y 1930 previas a la proclamación de la República Española. Y lo ha repetido en esta segunda novela, Una promesa de juventud, en la que creo que el meollo de la narración, lo que provoca el rechazo inicial de Charlotte Geiger, se hace esperar demasiado en una narración en exceso pormenorizada de tramas que son interesantes, pero que se alargan a veces demasiado. De ahí que, en el fondo, creo que lo más interesante de la novela no es lo que en principio pretende la autora, sino el resto, lo paralelo, el trasfondo que está, pero hay que entresacarlo de las páginas.