Reseña de Una princesa en Berlín de Arthur R.G. Solmssen

Reseña de la novela ‘Una princesa en Berlín’, de Arthur R.G. Solmssen

Christoph Keith despierta de madrugada a Peter Ellis, que duerme tranquilamente. Le pide un favor, pero que no le haga preguntas. Los dos salen a escondidas de la casa y se dirigen al establo, donde hay aparcado un Austro-Daimler. Ellis lo conduce muchos kilómetros hasta un lugar abandonado, en el que Christoph destruye el motor a base de martillazos. Llueve mucho y tienen que volver a casa antes de que todos en la casa despierten y sospechen de ellos.

Una princesa en Berlín (Tusquets, 1980) es una novela de Arthur R.G. Solmssen ambientada en Alemania los primeros años de la década de 1920, el periodo de entreguerras en el que, tras perder la Gran Guerra, Alemania inicia una nueva etapa política con la República de Weimar y los países aliados le obligan a pagar una deuda que pone en jaque al marco alemán como moneda y a toda la economía del país. En este contexto, Ellis, un exconductor de ambulancia estadounidense voluntario para el ejército francés, vive en París.

Ellis es un joven veinteañero que después de estar en un psiquiátrico por el trauma de la guerra, quiere ser pintor y qué mejor ciudad que París para serlo. Allí, recibirá la invitación por parte de unos banqueros del Banco Waldstein alemán de, con los dólares que le ha dado su padre para preparar el regreso a Estados Unidos. Pero en lugar de cumplir los deseos u órdenes de su padre, decide poner rumbo a Alemania, invertir su dinero en dólares y convertirse en un hombre próspero en una economía que se irá hundiendo a pasos agigantados. Hasta convertir los billetes del marco en papel sin valor, mojados por el agua de la lluvia que los arrastra hasta una alcantarilla en la que la violencia de la extrema derecha sonríe de forma macabra.

La novela histórica Una princesa en Berlín está narrada en primer persona, el propio Ellis cuenta su estancia en Alemania y la manera en la que se percibe las diferencias entre la familia Waldstein, con la que Christoph Keith está relacionada porque trabaja para su banco, y los pobres. Porque la Alemania de entreguerras, como se refleja de manera soberbia en la novela, supuso el caldo de cultivo para que floreciera el nacionalsocialismo: una República de Weimar acusada de beneficiar a los banqueros judíos contra el pueblo alemán. Y así, Ellis ve como testigo en primera persona, el auge del nazismo -esta es mi reseña de la novela La isla de las tormentas, de Ken Follett- y la violencia de jóvenes como Kaspar Keith, hermano de Christoph con quien viven en la casa con los padres.

La narrativa de la novela es perfecta y se trata de una obra con muchas aristas, coral, con protagonistas de todo tipo. La crudeza con la que se narra la vida en podredumbre, miseria y violencia en la casa del artista Fritz Falke, a quien el famoso pintor judeo-alemán Max Liebermann elige para ser profesor de pintura del joven Ellis, contrasta enormemente con la vida acomodada de los Waldstein. Y nada más llegar, además, como en toda buena novela, llegará el amor porque Peter Ellis conoce a la joven princesa Lili Waldstein, menor de edad pero con ganas de vivir, como su prima Helena Waldstein.

En Una princesa en Berlín los contrastes muestran con total claridad cómo un chivo expiatorio sirve para cimentar el odio y que los antiguos cuerpos parapoliciales o paramilitares como los Freikorps ganen terreno. Porque a medida que el marco pierde valor, es más difícil pagar la deuda y se producen guerras financieras y crímenes políticos en los que Ellis, sin quererlo, se verá envuelto. Los asesinatos son moneda de cambio y políticos como el ministro de Exteriores, Walter Rathenau, están en el punto de mira de la extrema derecha como principales culpables de la situación que vive Alemania, a la que Francia no perdona las deudas.

Peter Ellis se verá envuelto en una trama en la que los odios crecientes de todo un país surgen en las propias familias, con Christoph intentando evitar por todos los medios que su hermano Kaspar, dolorido por el trato que recibe Alemania, se vea envuelto en los asesinatos políticos. Ese odio fratricida irá creciendo en el pueblo alemán, con cada vez mayores acusaciones contra los judíos en un contexto histórico en el que la extrema derecha busca a un hombre que la unifique y la guía. Ese hombre será el cabo Adolf Hitler, con sus intentonas golpistas como el Putsch de Munich de los días 8 y 9 de noviembre de 1923, que fracasará y acabará con Hitler detenido y otros como Hermann Göering huidos.

Esos acontecimientos históricos, más o menos cercanos, los vivirá el joven Ellis desde una posición privilegiada por la información con la que cuentan en el Banco Waldstein y que le van contando en sus visitas a la sede del banco en Berlín a medida que le van informando de cómo sus inversiones crecen en valor en paralelo a la insostenible devaluación del marco alemán. Por eso, tanto la trama personal de la amistad de Christoph y Peter, que nace en la Gran Guerra -Peter le salva la vida al que era piloto alemán-, con la social de la vida de etiqueta y fiestas de los Waldstein, como el devenir económico de la pobreza que ven en las calles y Ellis conoce de primera mano en casa de Falke, son un cóctel fabuloso.

Una princesa en Berlín es una novela que vale para entender cómo nació el nacionalsocialismo, cuál fue la semilla que hizo crecer a los nazis con cada vez más apoyo social. Unos tiempos muy convulsos en los que quizás es cierta una cosa que hay que apuntar en esta reseña del la novela de Arthur R.G. Solmssen: a pesar de que se habla de las condiciones del Tratado de Versalles como origen de la humillación del pueblo alemán y que fue el cimiento del nazismo, y a pesar de la nacionalidad estadounidense de Ellis, en la novela no aparecen nombrados ni la Sociedad de Naciones (creada en virtud, precisamente, del Tratado de Versalles para promover la paz y la cooperación tras la Gran Guerra, del que sí hay menciones) ni el presidente de Estados Unidos en esos años, John Calvin Coolidge.

El contexto histórico que abriga las diferentes tramas de amistad, riñas familiares, sociales, económicas y amorosos de la novela Una princesa en Berlín se centra sobre todo en la vida en Alemania. Y sin que la invisibilidad de Estados Unidos -lo menciono porque es de donde procede Peter Ellis- suponga que la obra pierda calidad, no deja de resultar curioso. Pese a este punto, la historia es muy buena, es una novela histórica que tiene todos los ingredientes para ser buena: documentación histórica detallista, historias personales que se entremezclan con la Historia real, contrastes de lo grande y lo pequeño y un retrato de la vida social de los ricos frente a la dureza y violencia de los pobres digna de leer.

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