Los guardias civiles Rubén Belivacqua (sargento) y Virginia Chamorro (cabo) viajan a Zaragoza para investigar la muerte de una famosa periodista televisiva, Neus Barutell, que aparece muerta, con numerosas cuchilladas, en su casa zaragozana, donde la encontró su ayudante, Meritxell Palau. Los dos asisten a la autopsia de la víctima, algo poco habitual en esta pareja de guardias civiles que suele investigar crímenes que llevan ya cierto tiempo sin resolver, que realizarán la investigación de tal manera que participarán tres cuerpos policiales, la Guardia Civil, la Policía Nacional y los Mossos d’Esquadra, en una compleja trama.
La reina sin espejo (Ed. Destino, 2005), de Lorenzo Silva (Premios Planeta 2012 y Premio Nadal 2000), es una nueva entrega de la saga Bevilacqua y Chamorro, que se adentrará en un complejo mundo en el que las apariencias engañan, y mucho. Y en el que los fantasmas del pasado vuelven, porque por mucho que huyamos de ellos, siempre, en algún momento u otro, nos visitan para atormentarnos o para inquietarnos, depende de cómo de controlados tengamos nuestros propios miedos.
Esos recuerdos del pasado le vendrán a la cabeza al sargento Bevilacqua durante la investigación del caso. Y no solo por su regreso a la ciudad de Barcelona, donde estuvo destinado algunos años, ni por ver de nuevo a su mentor, el subteniente Robles. Sino porque sus recuerdos de juventud, menos turbios de lo que parecen sus recuerdos policiales en la ciudad condal, florecerán al conocer en persona al escritor Gabriel Altavella, marido de Neus Barutell, a quien Bevilacqua gustaba de leer.
Con la novela La reina sin espejo, Lorenzo Silva sigue demostrando su enorme capacidad para escribir novelas policiales, controlando a la perfección los tiempos de una investigación policial. El caso es difícil de resolver y el lector verá al final la compleja trama que lo rodea. No solo en los meramente profesional, ya que al equipo de los tres cuerpos policiales de tres provincias (Madrid, Zaragoza y Barcelona) les costará encontrar al autor del crimen, más allá de indicios y sospechas sobre un amante de la periodista, que mantiene una relación liberal con Altavella.
También en el plano personal el caso no será uno más. Neus Barutell, según las apariencias externas, parece poco más que una periodista atractiva y superficial. Pero resultará de una personalidad compleja como la de su marido, creativa y atormentada. Y muy aficionada a la lectura de las obras de Lewis Carroll, como Alicia en el país de las maravillas y Alicia a través del espejo. Un autor y unas novelas que también sirven como inspiración y son trasfondo de otras novelas reseñadas en esta web, como Solenoide, de Mircea Cărtărescu.
A lo largo de toda la novela, la literatura de ficción y psicológica tendrán un papel muy importante, así como los prejuicios que todos tenemos sobre las demás personas. Unos son los prejuicios sobre la víctima y otros, que también acabarán por romperse, son los de Altavella sobre la Guardia Civil, inspirados por la imaginería popular y tan lorquianos. Lorenzo Silva, además, homenajea de manera muy especial al poeta Joan Margarit y al cantautor Raimon o al poeta valenciano Vicent Andrés Estelles.
La reina sin espejo, por lo tanto, es una novela policial que abarca muchos más flancos. En cuanto a la parte policíaca pura y dura, además de la pulcritud con la que se narra una operación con varios cuerpos involucrados, un comandante Pereira siempre exigente pero dando libertad a Bevilacqua y Chamorro por la confianza que les tiene (tienen buena fama allá donde va como guardias civiles que acaban resolviendo todos los casos) y una jueza, Carolina Perea, que sustituye al juez principal del caso y con una extraña conexión con Bevilacqua en sus conversaciones telefónicas.
Además, hay que destacar la evolución de la psicología de los dos personajes principales a lo largo de toda la saga Bevilacqua y Chamorro hasta, por ahora, La reina sin espejo, quinto libro de la serie. La confianza personal y profesional del sargento y la cabo, incluidas bromas y retos mutuos durante la investigación del caso, sigue aumentando (siempre con espacio para la sorpresa, como la capacidad de seducción y de hablar de forma provocativa a través de un chat que tiene la tímida Chamorro al inicio de la saga), aunque aún haya ciertos aspectos de sus vidas personales que no se comparten ni entre ellos ni con el lector.
Porque como sucede en con resto de la saga, Lorenzo Silva no abandona su estilo y que la historia la cuente Bevilacqua en primera persona, desde un futuro aún desconocido. Y tal vez podríamos decir que tanto el sargento Bevilacqua como la cabo Chamorro no son más que dos seres solitarios sentados en la barra de un bar o de una cafetería como la del cuadro Nighthawks del pintor estadounidense Edward Hopper. Rodeados siempre de personas, compañeros en la Guardia Civil, uña y carne para resolver normalmente delitos cuyas víctimas, muertas hace tiempo, aún no tienen la justicia que se merecen porque su caso no se ha resuelto. Pero solitarios, a fin de cuentas, y en gran parte desconocidos entre sí.
Como desconocido permanecerá el secreto de las cartas de amor que se escribía Neus Barutell con su amante, cuya identidad estará ahí siempre, casi al alcance de la mano de los guardias civiles, policías y mossos. ¿Quién es Neus realmente, qué es lo que quiere en la vida, cuál es ese espejo que no tiene, quién es el Rey Rojo y quién de los dos está soñando al otro en realidad? Estas son preguntas que capítulo tras capítulo quedarán pendientes de respuesta, pero que se irán descubriendo, o no, para satisfacción o insatisfacción del lector.
Porque nadie de manera externa será capaz de conocer a La reina sin espejo que da por título a la novela ni a nadie en realidad. Todos guardamos secretos, inquietudes, miedos y sueños cumplidos o sin cumplir. Aunque como sucede en la novela, dada la notoriedad pública de la víctima de asesinato, siempre haya quien quiera sacar a la luz nuestros trapos sucios para ganar audiencia televisiva o vender más periódicos. Y siempre haya quien se sorprenda de que una persona con relevancia pública al final tiene las mismas desesperanzas, miedos o sufrimientos que toda la gente. Porque no dejan de ser personas por mucho que tengan una exposición pública mayor que la de la mayoría de la gente.
La reina sin espejo de Lorenzo Silva, además, tiene un componente altamente político y también de denuncia social. Lo primero porque al convivir varios cuerpos policiales en Cataluña, es imposibles que el nacionalismo catalán y el nacionalismo español sean tema de conversación entre unos u otros. Con todos los problemas sociales y policiales provocados por esta circunstancia. Y de denuncia social porque la víctima, de manera más o menos profunda según el juicio de otros personajes de la novela, hacía reportajes de investigación de temas como la trata de mujeres con fines de explotación sexual o prostitución.
Con todo, la novela La reina sin espejo nos muestra la vida de la periodista con todas sus luces y sus sombras, con un marido que es cierto que nunca parece del todo en shock por su asesinato, y que desde un lado más poético nos deja como reflexión el peligro de lanzarnos al abismo. Los riesgos que acometemos cuando queremos ir más allá de la verdad, cuando podemos perder el control por un exceso de pasión. Y las consecuencias que tiene querer despertar a ese Rey Rojo que tal vez nos sueña a nosotros desde el centro del tablero de ajedrez, en lugar de ser solo un producto de nuestros propios sueños.