Daniel es un humorista millonario, de origen francés que vive en Almería (España) y que recuerda sus primeros años en el mundo de la comedia. Recuerda cómo en su juventud le gustaba ser un bufón y con el paso de los años consigue convertirse en un humorista polémico, cáustico, caracterizado por tratar temas del ser humano que, desagraden o no, dan fe de su odio hacia la Humanidad a pesar de su eterna búsqueda del amor. Y lo hace en un relato de vida para quede a la posteridad y que Daniel25, uno de sus clones, tenga la posibilidad de recopilarlo miles de años después.
La posibilidad de una isla (Alfaguara, 2017), de Michel Houellebecq, es una novela futurista en la que, desde un futuro en el que la raza humana ha desaparecido y la pueblan, mayormente, clones de los humanos, se resumen los últimos años de vida de Daniel, uno de los hombres que participó en los momentos más importantes del inicio de la religión de los elohimitas, trasunto de las raelianos: un culto que surge en la que se supone que es la década de 1990 y que se basa en la inmortalidad gracias a la creación genética de clones mejorados de los humanos.
De gran fama, Daniel1 (nombre de Daniel desde el punto de vista de su clon del futuro, el inicio de su linaje de clones) siempre fue un humorista que basó sus espectáculos y sus películas en tratar temas espinosos (desde ataques a las religiones hasta la pederastia). Pero su vida no se basa sólo en la comedia, sino en la búsqueda incesante del amor hasta que su vida llega a la recta final. En esa búsqueda, tendrá relaciones de pareja, más o menos felices, con dos mujeres antagónicas, pero que dejarán huella en él: Isabelle, a la que no le gusta el sexo, una periodista de una revista juvenil; y Esther, una joven actriz española, a la que no le gusta el amor.
Con ellas, el protagonista recordará haber vivido realmente la plenitud del sexo en el momento mismo de que sucediera, con sabores agridulces con el paso de los años y, sobre todo, cuando él se vea envejecer en comparación con la juventud esplendorosa, libre y tan sexual de Ester. Con su residencia en Almería, sin embargo, será en Lanzarote (Islas Canarias) donde sucederá la trama principal de la novela: La posibilidad de una isla tiene un antes y un después tras el encuentro de los elohimitas, liderados por su Profeta y con la camarilla a su alrededor formada por el Sabio (el doctor Miskiewicz), el Poli (encargado de la seguridad) y Vincent, un artista solitario con tendencias suicidas.
Esta es una novela muy política, muy áspera y científica, como sucede con otras novelas de Michel Houellebecq como Las partículas elementales. Aquí también hay un análisis con bisturí de la decadencia de la civilización occidental, que provoca, desde el encuentro mundial de la nueva religión en Lanzarote, el auge de los elohimitas. Y también hay una visión diferenciada de la sexualidad entre hombres y mujeres, a las que en el inicio de la novela se las compara con animales domésticos como los perros. De hecho, una gran reflexión de la novela acerca de la necesidad de amar y de la posibilidad de encontrar el amor deja al perro por encima de las mujeres y de los hombres en este sentido.
Michel Houellebecq nunca recorre en sus novelas caminos sencillos de transitar para los lectores y en La posibilidad de una isla no iba a ser menos. No sólo por la visión tan antisocial y machista de Daniel (salpicada igualmente por momentos de necesidad imperiosa de amar, en una contradicción interna muy potente). Además de que, por medio del protagonista (que por su manera de pensar no deja de parecer un alter ego del propio escritor francés, tan amado como odiado, porque es uno de esos escritores que no dejan indiferente a nadie), transitamos por sus pensamientos sobre el futuro occidental y ciertos mensajes de alerta ante el futuro musulmán de Europa por cuestiones de demografía y la salida que encuentran en la poligamia algunos hombres sin atractivo sexual.
Ese mensaje que se extiende mucho más, aunque de manera que deja algunas lagunas importantes, en su novela Sumisión, aparece en esta novela tanto en lo relativo al islamismo como a la nueva religión que cambiará el devenir de la Humanidad. Un libro en el que la naturaleza del ser humano, vista desde los neohumanos clonados en sucesivas ocasiones en los dos siguientes milenios a la vida de Daniel, se reduce a la necesidad de amar, al sexo como motivo de autodestrucción (los elohimitas venden un potente mensaje de marketing a favor de la libertad sexual muy diferente a la de las Religiones del Libro a lo largo de la trama) y a la propia autodestrucción humana.
El hombre es un ser violento abocado a la muerte por sus congéneres, como lo hacen las bestias sedientas de sangre que son los salvajes que conviven en las antiguas zonas de la Tierra desoladas por la desecación, el cambio climático y las guerras nucleares. Porque, como sucede en Las partículas elementales, sexo, amor, destrucción, ciencia, la inmortalidad del ser humano y la distopía se dan la mano en La posibilidad de una isla. Una novela realmente poderosa, muy interesante para leer y para reflexionar sobre si la visión de Daniel sobre el sexo y el amor, y la visión de sus clones del futuro, son ciertas o una exageración.
Con el protagonista de la novela y su clon Daniel25, encargado de hacer un comentario sobre el relato de vida de Daniel encargado por Vincent, recorremos no sólo el alma de los seres humanos (si es que unas bestias tan agresivas y condenadas a extinguirse para bien agradecimiento del planeta pueden tenerla), sino también la geografía española. En el presente de Daniel y en el futuro de Daniel25, España es un país que transitamos al leer este libro de Michel Houellebecq, más que Francia, donde se ambientan las otras novelas y que en esta es un protagonista de segundo orden en comparación. Aquí vive y sufre Daniel, aquí tiene lugar el cambio revolucionario provocado por la ciencia de la nueva religión de los elohimitas, por aquí viaja Daniel25 en arrebato de… ¿romanticismo? ¿nostalgia? ¿soledad?
La novela La posibilidad de una isla de Houellebecq tiene a Daniel como un monologuista y artista que recuerda en cierta manera en su aspereza a George Carlin, aunque las comparaciones sean odiosas y no sea un paralelismo cien por cien real o correcto. El ánimo del humorista y director de cine es la provocación pura y dura, no pretende que el mundo sea mejor gracias a su humor y sus películas. ¿Existe la salvación de Daniel a través de su humor? En su juventud puede que sí, al menos con él consiguió tener su primera relación sexual, pero en la novela vemos cómo camina hacia una vejez anticipada. Y eso que no llega a tener más de 50 años a lo largo de la trama, pero se siente muy viejo, sobre todo desde que empieza a tener su relación con la joven Esther.
¿Qué podemos concluir de esta crítica de La posibilidad de una isla? Que no es una novela para lectores tibios, para los que busquen entretenerse sin más. La profundidad psicológica, política, religiosa, social y sexual es muy amplia. Se adentra tanto en el mundo de las sectas que pretenden lavar su imagen a base de campañas de marketing que apelan al sexo y a la eternidad, tanto como en la psicología destructiva del humorista. Analizado, de manera maquinal, por un clon que, en su presente, convive con otros clones de coetáneos de Daniel, como Marie23 o Esther31 (clon de la expareja de Daniel).
Pero hasta los clones, por partir de humanos, sienten a veces la necesidad de escapar, de huir de su zona de confort alejada del caos en el que se ha convertido el planeta, para buscar, quizás, ese amor que todos los hombres y mujeres necesitamos. Porque ese futuro de Daniel25 no es un futuro de robots o ciborgs carentes de sentimientos: sienten y padecen, aunque en menor medida, como los hombres y mujeres con los que comparten sus genes. Por eso, para Daniel25 el verdadero amor, como se da cuenta, está en los clones de Fox, el perro al que se encuentra Isabelle cuando viaja por las carreteras españolas con Daniel. Y cabe preguntarnos al leer el libro: ¿estamos tan condenados a matarnos como amarnos, a autodestruirnos como a buscar el amor y la paz, a disfrutar de los pocos momentos de felicidad plena como a hundirnos en la miseria cuando nos damos cuenta de que ya no podemos ser felices nunca más?
La posibilidad de una isla, título sacado de un poema que escribe Daniel, es una novela dura, en la que se mezclan de manera soberbia la vida y la muerte, las ganas de vivir y las ganas de morir, la eternidad y la nada, el sexo y el dolor, el amor y la soledad, la juventud que quiere libertad y la senectud que se aferra a la carne joven como su última salida para vivir (Daniel pasa de ser un un monologuista cáustico y violento en sus palabras a un hombre solitario, hundido, que persigue la compañía femenina como su único salvavidas posible). Una novela, como las demás de Houellebecq, muy crítica con su presente (con el ecologismo, por ejemplo), con una visión muy particular del mundo, rechazada por muchos. Pero, a fin de cuentas, una novela que hay que leer.