reseña de la novela La estrategia del agua, de Lorenzo Silva (Saga Bevilacqua y Chamorro)

Reseña de la novela La estrategia del agua, de Lorenzo Silva

Un hombre llamado Óscar Santacruz aparece muerto, con dos tiros por la espalda, en el interior del ascensor del bloque de viviendas en el que vive. Todo apunta a un asesinato a sangre fría. Hasta allí se desplazan el brigada Rubén Bevilacqua y la sargento Virginia Chamorro, acompañados del agente Juan Arnau, para investigar el asesinato. Pero Bevilacqua no vive su mejor momento y a pesar de tener un nuevo caso como miembros de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, su fe en el sistema se tambalea.

La estrategia del agua (Editorial Destino, 2010), de Lorenzo Silva, es la sexta novela de la saga Bevilacqua y Chamorro y desde el inicio de la narración se nota un salto cualitativo con respecto a las anteriores (la última, reseñada también en esta web, La reina sin espejo). No porque de repente los dos guardias civiles dejen de investigar casos complicados en comunidad con otras fuerzas del orden. Sino porque el tono de la narración en primera persona por parte de Bevilacqua, recién ascendido a brigada (y Chamorro, recién ascendida a sargento), es diferente.

Bevilacqua llega a la investigación de este caso sin ganas de trabajar por el resquemor y la decepción que la ha producido que un juez haya dejado en libertad a un criminal al que tardó años en traer a España para que lo juzgaran. Pero el juicio no salió como él esperaba y el nuevo caso, en el que Óscar Santacruz, la víctima, era un padre atormentado con un hijo a su cargo en custodia compartida con su mujer, Montserrat Castellano, le hará verlo de una manera diferente a medida que transcurre la novela. ¿Por qué? Porque es imposible para un ser humano, aunque sea guardia civil, abstraerse totalmente del mundo y no empatizar aunque sea con una persona muerta a la que no conocía.

Eso es lo que vemos a un nivel cada vez más profundo en La estrategia del agua con respecto a las anteriores novelas de saga. El brigada Bevilacqua, un guardia civil con estudios de psicología, tendente a la anarquía, nos va descubriendo un poco más su alma. A los lectores y a la sargento Chamorro, con la que la compenetración es absoluta y surgen entre ellos situaciones cada vez más íntimas y personales. En esta nueva novela de Lorenzo Silva, el humor de Bevilacqua es aún más cáustico, rozando lo improcedente frente a sus superiores. Chamorro le combate en el tira y afloja que mantienen siempre, para sorpresa del joven Arnau, que tendrá que acostumbrarse poco a poco.

Aunque entre Bevilacqua y Chamorro siempre hay el escudo que ambos tienen para protegerse, de una u otra manera. Sobre todo él, del que en La reina sin espejo conocimos que hay un pasado oscuro en Barcelona. Y ahora, con La estrategia del agua, el papel de la paternidad y las relaciones paterno-filiales da un paso más allá. Óscar Santacruz, la víctima, tiene un hijo del que quiere la custodia para impedir que quede en manos de su madre, una mujer manipuladora que como procuradora judicial juega con el sistema a favor. Y también tiene una joven pareja, Ainara, rota por su muerte, y una hermana, Magdalena Santacruz. Las dos, además, apuntarán directamente a la misma persona desde el primer momento como culpable de la muerte de Óscar, sin ninguna duda.

Y nos metemos de lleno en esta novela en un terreno farragoso como la violencia de género, las denuncias falsas, las custodias de hijos en caso de divorcio y cómo algunas mujeres pueden llegar a beneficiarse de la protección legislativa para machacar a los hombres. Además de en el mundo de las drogas, con las que se relaciona a la víctima del crimen. Ya sabemos que la buena novela policial y la buena novela negra no solo deben ser impolutas en cuanto al proceso de investigación. También deben remover terrenos peligrosos, puntos flacos y heridas que tiene la sociedad, que sangran sin parar. Lorenzo Silva lo ha hecho siempre, de una u otra forma. En La estrategia del agua lo vuelve a hacer, entrando de lleno en otras cuestiones más como la corrupción y el colapso de los juzgados de violencia de género.

¿Y por qué este caso de lo que parece un ajuste de cuentas, en el que con el paso de los días y la facilidad que les de la jueza María Antonia Gómez Fernández-Vadillo, podrán llegar hasta el fondo de una trama criminal, le afecta personalmente a Bevilacqua? Aquí está un trasfondo muy interesante de la novela: por fin sabemos algo del padre y de la madre del brigada. La vida personal del protagonista y narrador de la saga de guardias civiles de Lorenzo Silva siempre fue un secreto, pero en esta novela la fibra sensible de Bevilacqua nos presenta a un padre ausente en Montevideo (Uruguay, ya sabíamos del origen uruguayo del ahora brigada) que tal vez esté vivo. ¿Su nombre, como el de la madre del brigada? Desconocidos. De su abuelo paterno, sin embargo, ahora sí conocemos el nombre: Conrado Bevilacqua.

A los dos agentes les acompañará en esta investigación una nueva incorporación a su equipo: el agente Juan Arnau, un principiante que demostrará buenas dotes como guardia civil que sorprenderán a un Bevilacqua que se plantea dejar la Guardia Civil por la frustración judicial que acaba de vivir. A lo que Chamorro intentará poner solución (como el ahora teniente coronel Pereira) porque teme que su pareja laboral desde hace muchos años se vaya de verdad. ¿Solo pareja laboral? La posibilidad de que vayan a más la deshecha el propio Bevilacqua en sus pensamientos por escrito desde un futuro incierto en el que se narran todas las novelas de la saga, La estrategia del agua incluida.

No así el hijo de Bevilacqua, Andrés, un adolescente que dentro de poco tendrá que empezar a estudiar en la universidad y que, para más inri, le dice a su padre que está pensando en estudiar Derecho y después hacer oposiciones para ser juez. ¿Y qué hacer si su hijo quiere ser una figura que ahora, más que nunca, el brigada Rubén Bevilacqua apenas tiene en estima, aunque con excepciones como la que jueza que lleva este caso? Poco más que apoyarle. ¿Y qué hacer cuando un hombre no quiere tener una relación de pareja y su hijo le dice lo buena madrastra que sería una en concreto? Pues negarlo e intentar seguir adelante.

Con los claroscuros que tiene la vida, con los golpes que nos damos a nosotros mismos y que nos dan los que nos rodean. Porque la vida no golpea, la vida no hace daño, somos las personas quienes nos hacemos daño los unos a los otros. La vida no decepciona ni pega dos tiros por la espalda. La estrategia del agua de Lorenzo Silva es una prueba de ello, y de cómo del arte de la guerra y de filósofos antiguos (si quieres, puedes leer mi reseña de la novela La maestra de Sócrates, de Laura Mas) podemos aprender a afrontar la vida cuando tenemos problemas, más o menos graves. Aunque algunos mensajes sean, como deja entrever alguno de los protagonistas del libro, demasiado estoicos y dando a entender que debemos ser más pasivos que activos, aguantando los golpes pero parece que sin plantar batalla.

Óscar Santacruz no es un muerto cualquiera para Bevilacqua, como descubrirá durante el caso no solo por las escuchas telefónicas (una de las bases de las investigaciones de la serie The Wire, un icono de la televisión a la que son aficionados el brigada y su hijo) con la ayuda de la incansable cabo Salgado. Sino también por las lecturas de dos de los libros que se lleva de su casa tras el registro. Por eso, por las implicaciones del caso y por el reflejo que ve en la víctima, el brigada tendrá que aprender, como él, a ser fuerte frente a la adversidad, a no quedarse anclado, a adaptarse para combatir, de una manera a otra, a quienes te putean o te decepcionan.

En conclusión, La estrategia del agua es de nuevo una gran novela de Lorenzo Silva que no solo nos va ampliando la estrategia de una investigación policial con sus diferentes métodos como los interrogatorios, la recopilación de pruebas, la colaboración entre cuerpos para cruzar casos o las escuchar telefónicas con autorización judicial. O la corrupción en todos los ámbitos y el grado de maldad a la que podemos llegar los humanos. También nos acerca un poco más a la intimidad de Bevilacqua y sus relaciones con Chamorro, viendo paso a paso la evolución física y psicológica de los dos guardias civiles, muy apreciable para quien vaya leyendo en orden todos los libros de la saga. Dos personajes que al final son como la víctima de este caso: dos personas que como el agua, se adaptan a cualquier circunstancia sin perder su esencia, sin dejar de ser lo que son.

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