Año 1482, últimos coletazos del reino nazarí de Granada. Las intrigas palaciegas tejen redes que hasta los muros escuchan. El sultán Muley Hacén es el quien que debe combatir las arremetidas de los Reyes Católicos, que se acercan a Granada, pero también las traiciones que están acechándole dentro de su propio sultanato. Una apasionante novela histórica, con mucha poesía, amor, erotismo, Historia, inquinas, odios y esperanzas.
De todo esto, y mucho más, trata la novela histórica ‘El eterno vigía‘ (Playa de Ákaba, 2017), de José Torres Estrada, consiguiendo que el lector aspire los aromas de una época de decadencia, en la que Muley Hacén hará lo posible por que su primogénito, Boabdil, al que ha encerrado, no sea su heredero, en beneficio de la descendencia de su actual esposa, Soraya, una esclava cristina convertida al Islam.
‘El eterno vigía‘ es una novela coral en la que está, en su justa medida, repartido el peso de los distintos protagonistas. Desde Muley Hacén hasta el joven Boabdil, quien ayudado por su madre, Aixa, y su sabio consejero, Abulkasím, hará todo lo posible por derrocar a su padre y conseguir el poder que le ha sido usurpado por quienes, a sus ojos, tienen la sangre impura de los cristianos.
Esta es una obra histórica que soporta una gran dosis de documentación, pero también de literatura. La poesía tiene una gran importancia, no sólo por su tipo de lenguaje, sino por la propia importancia de este género literario en la vida de sus protagonistas. Tanto, y de forma tan magistral, que el lector sentirá el viento de la madrugada granadina rodearle y transportarle sutilmente al final del siglo XV.
Esta sutileza impregna el libro, hasta en los momentos de violencia protagonizados por ‘El Zagal’, hermano de Muley Hacén, un aguerrido guerrero que procurará ser la otra cara de la moneda en la vida de Muley, haciéndole ver la realidad tal cual es. Una realidad en la que la cristiandad, con los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, al frente, gana terreno al Islam en la tierra andalusí.
Porque ‘El eterno vigia‘ es una novela de religión, de guerreros, de geopolítica, de poesía, de amor, de muerte, de vida, de imperios que están por nacer y de imperios que están por morir. No siempre por factores exógenos, como invasiones y conquistas, porque como se cita en la novela, la muerte también es provocada de forma interna y las torres son testigos. No sólo de las leyendas, que con su magia nos confunden y nos hacen preguntarnos qué es real y qué es ficción. Sino también de la cruda realidad, de las luchas intestinas.
José Torres Estrada ha conseguido con esta obra, incluso, que el lector quede con ganas de leer más, lo cual supone un enorme mérito. Es peligroso que el lector sienta hastío ante una novela, cuya lectura se le haga pasada. ‘El eterno vigía‘ pone la miel en los labios del amante de la buena literatura y cuando se acaba, sólo queda relamerse para saborear lo que se acaba de leer y querer más. Porque la Historia, la que cuenta este autor y la que han contado y seguirán contando tantos otros escritores, es como la luz de las estrellas: aun apagadas mucho tiempo atrás, sigue brillando en el cielo hoy en día.