Portada de la novela La casa de las cuatro rosas

Reseña de la novela ‘La casa de las cuatro rosas’, de Serafín Piñeiro Paredes

La publicación de esta novela se debe a su condición de ganador del I Certamen nacional de relato corto ‘Pluma de Cigüeña’, de la editorial PiEdiciones

La ciudad de Zaragoza, en los días previos a la Navidad del año 1941, se ve sacudida por una serie de asesinatos cometidos por un misterioso criminal que deja sobre el pecho de sus víctimas una rosa negra. Miguel Galindo, un joven de 25 años, se verá envuelto en una trepidante historia en la que la verdad y la mentira, lo real y lo ficticio, estarán separados por una fina línea, casi invisible, en la niebla de las más oscuras noches. Por esa fina línea que separa la vigilia del sueño profundo, y, a la par, el desvelo.

La casa de las cuatro rosas‘ (PiEdiciones), de Serafín Piñeiro Paredes, es una magnífica novela de misterio con una muy buena trama tanto argumental como de personajes. Amigos de la infancia regresarán como fantasmas a la vida presente de Miguel Galindo, cuyo verdadero apellido, Cavallier (su padre era Laurent Cavallier), le será sustituido por el de Galindo para ser internado de niño en el Orfanato de las Cuatro Rosas.

Más de una década después, la vida cambiará para este joven pianista que por la mañana toca el piano en un bar de Zaragoza, el Prometeo, venido a menos tras la Guerra Civil Española (1936-1939) y por la tardes trabaja en la Biblioteca Pública Municipal de la capital maña. El amor de su infancia, Sofía, una niña que tuvo una corta estancia en el Orfanato, volverá tras años sin saber nada de ella.

Y le acompañará al cementerio al entierro de Dolores, la monja encargada del Orfanato. Y recibirán una llave y una rosa negra de manos de un notario. Su regreso será parejo al de Daniel, que años después de dejar el orfanato antes que Miguel, en 1941 trabaja como médico para la Policía zaragozana.

La experiencia vital de Miguel estará siempre marcada por su difícil infancia en su hogar, con un padre alcohólico, una madre maltratada a la que nunca se le permitía salir de su habitación y una cuidadora, Carlota, que acabará sus días en la casa de salud mental ‘Institución Redondo’, con un demonio persiguiéndola.

De esta forma, mezclando pasado y presente, se construye esta historia que hará dudar en todo momento a Miguel –narrador en primera persona– y a los propios lectores, de si lo que sucede es real o no. ¿Hasta qué punto la vida de Miguel, las persecuciones de madrugada, las extrañas siluetas que él ve, son reales o productos de su imaginación y su mente, que juegan con él de la misma forma que con el lector?

La casa de las cuatro rosas‘, publicada por la misma editorial con la que publiqué ‘El último nazi irlandés‘, calará en lo más profundo de la conciencia del lector. Calará el amor de Adolfo, conserje de la residencia donde vive Miguel, por Carlota; el amor que durante años ha sentido, frustrado, Miguel por Sofía, y que regresará y sentirá en sus labios, en las noches en las que sus cuerpos acaban rendidos, recuperando, como lo siente Miguel, todo el tiempo perdido.

Sin olvidar el gran misterio, los asesinatos en serie, que intentará resolver la Policía –el inspector Alcárcel, con Miguel en su punto de mira, siempre desconfiando de él–, y también el propio protagonista, cada vez más inmerso en una historia que se le escapa de las manos, que le consume, que no sabe cómo afrontar. ¿Quién es el asesino misterioso? ¿Por qué mata? ¿Y qué significan la rosa negra y la llave que tienen tanto él como Sofía?

La trama, tejida tan bien por Serafín Piñeiro, se irá abriendo y mostrando tal cual es. Un continuo tobogán de saltos temporales, de emociones, de dudas,  de explicaciones que irán sirviendo para deshacer los nudos y tener, al final de la novela, todas las respuestas una a una, al mismo tiempo por protagonista y lector. O no. Ese misterio lo tendrá que resolver cada uno cuando termine de leer ‘La casa de las cuatro rosas‘.

No le tema, lector, a la oscuridad de la noche, al frío que se cala en los huesos en las frías noches de las Navidades en Zaragoza, a las sonrisas macabras, a la angustia de no saber discernir lo que es real o no en la vida de Miguel Galindo. Disfrute de esta lectura, merece la pena.

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