Aomame va en un taxi por la ruta 3 de la autopista metropolitana en Shibuya, en la radio se escucha la Sinfonietta de Leoš Janáček y se estremece al reconocerla y oírla, sin saber por qué. Se dirige a una misión y no puede llegar tarde. Pero hay demasiado tráfico y no avanza. El taxista le dice que se baje del vehículo y descienda por unas escaleras que nadie conoce que hay en la autopista, para así llegar a tiempo a donde quiere ir. La joven, de unos treinta años, le hace caso, se baja del taxi, encuentra las escaleras y consigue llegar al hotel donde cumple su trabajo: matar al trabajador de una empresa petrolera.
1Q84 (Tusquets Editores) es una obra del escritor japonés Haruki Murakami dividida en tres libros publicados entre 2009 y 2012. Los libros 1 y 2 en una edición conjunta, tienen a dos grandes protagonistas, separados por los 20 años que hace que coincidieron en la misma clase del colegio, se cogieron de la mano y no volvieron a verse: Aomame, una monitora de gimnasio, y Tengo Kawana, un profesor de matemáticas en una academia y escritor que trabaja escribiendo trabajos literarios para la revista de su editor, Komatsu.
Komatsu es un editor con muy pocos escrúpulos o sin ninguno, y le pide a Tengo que reescriba una novela que se ha presentado al concurso literario de su revista: se titula La crisálida de aire y su autora es una adolescente de 17 años llamada Fukaeri (Eriko Fukada). Si acepta ser el ‘negro’ de la novela, que tiene potencial pero no está bien redactada y así no puede ganar el premio, entrará en una trama de la que le será difícil escapar y totalmente alejada de la ley. Tengo, también treintañero como Aomame, un hombre alto, corpulento y que todos los viernes se acuesta con su amante, una mujer casada diez años mayor que él y con hijos, acepta, se entrevista con Fukaeri, una joven extraña que apenas habla y no entona bien las preguntas, y acaba reescribiendo el libro.
La novela fantástica 1Q84 de Haruki Murakami se centra, en sus dos primeros libros, en contar las consecuencias que tiene para los dos protagonistas las decisiones que toman: bajar esas escaleras de la Ruta Shibuya y reescribir, sin que se sepa, La crisálida de aire. Desde ese momento, sus mundos cambiarán de manera literal y se adentrarán en un mundo nuevo, diferente al que vive el resto de personas. Transcurre el año 1984, un año después del que está ambientada la novela Baila, baila, baila (Tusquets, 2012) de Murakami, y los dos, sin saberlo, han sido absorbidos o mezclados o penetrados, quién sabe la palabra correcta y qué bonito es que disipe en la niebla, por 1Q84, como si fuera el 1984 de George Orwell.
De esta manera, es imposible dejar de leer estas novelas -mucho mejores los dos primeros libros que el tercero, con menos ritmo, más previsible y lento- y no sentir la magia que desprenden sus páginas. Es Haruki Murakami en estado puro en estos dos primeros libros que tantos recuerdos hace que tengamos los lectores de otros libros suyos como el mencionado o como La muerte del comendador (Tusquets, 2018 y 2019). Porque a través de la novela La crisálida de aire y de la extraña Fukaeri, conoceremos a la Little People (¿están relacionados con los conceptos que cobran vida de La muerte del comendador, viajando de un mundo a otro penetrando por puertas secretas, o incluso son los mismos?). Una historia mágica, que se remonta a tiempos inmemoriales, y que habla de los equilibrios del universo, del equilibrio que debe haber entre el bien y el mal, inquebrantable si no se quieren sufrir funestas consecuencias.
Esta es la parte fantástica y mágica de estos libros: ¿qué es el mundo de 1Q84 y cómo surge? ¿Cómo se entra y cómo se sale de él? ¿Es capaz un libro de cambiar el mundo tal y como lo conocemos de manera literal, traspasando el papel para tener consecuencias reales, como en el manga japonés Death Note? ¿O los nuevos mundos los creamos cuando apretamos con fuerza la mano de la persona a la que amamos, aunque no seamos capaces de decírselo con palabras? ¿Si se leen todas las novelas de Haruki Murakami, en el centro de todo está 1Q84 y el resto son lunas que flotan en el aire pegadas las unas a las otras?
Estas preguntas se las hace el lector leyendo los dos primeros libros, así encontrará respuestas (o no), incluso acabando el tercero, habrá cuestiones pendientes. Porque la complejidad de las obras está ahí, con una narrativa de gran nivel y que podemos disfrutar con la traducción de Gabriel Álvarez Martínez. Por medio de la cual nos adentramos en dos mundos, vemos dos lunas y nos vienen a la cabeza tantas referencias literarias y musicales, directas o indirectas.
Referencias a Lewis Carroll y a Alicia en el país de las maravillas y Alicia a través del espejo, al que también cita en las otras dos novelas reseñadas en esta web. Pero también es imposible no pensar en el videoclip de la canción Everybody hurts de REM (1992) y a los conductores atónitos viendo a Aomame cruzar la carretera mientras los coches no avanzan por el atasco. La literatura y la música acompañan siempre la narración de las novelas de Murakami, desde la clásica hasta el jazz, pasando por el rock y el pop de los años 1980. Como lo hacen los puntos de conexión entre mundos, como las paredes de Baila, baila, baila.
Aomame también lleva al lector a la magia de los dos mundos, a sus recuerdos de Tengo, a tanta cobardía que llena tantos corazones que no se atreven a sincerarse por miedo al rechazo o quién sabe a qué. Los dos se balancean en un columpio entre la cruda realidad y una fantasía que puede ser aún peor, incontrolable, enigmática como las frases inconexas de Fukaeri y su extraño atractivo sexual para Tengo. Recurso habitual el de Murakami este, el de las relaciones en sus libros entre niñas o adolescentes y hombres de unos 30 años. Ahí está la relación entre el pintor anónimo y la niña Marie Akikawa en La muerte del comendador; o la del periodista freelance y Yuki en Baila, baila, baila.
Pero esta mujer, instructora de gimnasio, en plena forma física, comienza a tener momentos en los que su mente parece desvariar: ¿por qué no se acuerda de haber leído la noticia de los miembros de Amanecer, una secta escindida de Vanguardia, que mataron a varios policías tres años antes? ¿Y cuál es la ropa y las armas que llevan los policías japoneses? ¿Y por qué hay dos lunas en el firmamento, que parece que solo puede ver ella?
Murakami penetra en estos libros en las profundidades de la religión, del dolor, de las sectas, de una sociedad que tiene varios cánceres expandiéndose. Y como si fuera un virus que ataca al cáncer, Aomame, una mujer en el fondo despiadada, pero también en el fondo muy dulce y llena de amor. Porque a veces el fuego se intenta apagar con fuego y aunque la violencia llama a la violencia, en ocasiones, sobre todo con un sistema judicial y policial inútil como el que se refleja en 1Q84 de Haruki Murakami, solo una anciana puede hacer tomar la decisión de hacer Justicia para proteger a las mujeres víctimas de la violencia callada de sus maridos.
La magia y la parte de novela fantástica de 1Q84 de Haruki Murakami tiene el reverso de la dura realidad, en varios sentidos, como el mencionado en el párrafo anterior. Los personajes de Murakami suelen ser personas solitarias, de todas las edades (también mayores como el profesor Ebisuno, tutor de Fukaeri). Seres incomprendidos, inadaptados, con muchos paralelismos entre ellos. Hasta el punto de que nos hacen preguntarnos si Murakami no juega con los lectores y los personajes son siempre los mismos, solo que sin nombre a veces, o con diferentes edades y profesiones. Como si sus vidas cambiaran en universos paralelos, de manera magistral y solo a la altura de universos creados por grandes escritores, como Paul Auster y su bárbara novela 1, 2, 3, 4 o La trilogía de Nueva York.
¿Y qué realidad tan dura viven Tengo y Aomame? Tengo vive una persecución a raíz de trabajar como ‘negro’ para reescribir La crisálida de aire -aquí se trata la falta de ética en la literatura y la figura del ‘negro’ en el sector-, se siente perseguido y hostigado por Ushikawa -el tercer protagonista del tercer libro-, un extraño hombre, repelente, que transmite malas sensaciones y que le ofrece una beca de tres millones de yenes de una asociación que busca jóvenes talentos desconocidos. Pero incluso un ser frío como Komatsu le avisa de que algo pinta mal. Mientras que Aomame mantiene una doble vida: una amable como instructora de gimnasio y otra oscura y peligrosa.
Esa oscuridad de una vida solitaria se ve agitada de manera convulsa por dos hechos: uno, cuando conoce a Ayumi, una joven policía de Tokyo con la que sale de fiesta y tienen aventuras sexuales, porque Aomame es una mujer que se tiene que desfogar sexualmente con hombres maduros de pelo ralo, aunque esté enamorado de Tengo, y a Ayumi le gusta el riesgo en el sexo. Pero también, su doble vida a las órdenes de una anciana clienta del gimnasio donde trabaja y de su jefe de seguridad gay, Tamaru, la conducen a conocer al Líder de Vanguardia: un hombre portentoso con poderes especiales, un hombre que no es normal.
Así, los dos primeros libros de 1Q84 de Haruki Murakami son un impresionantes, cautivadores y hermosos. Duros por la parte más oscura, por la realidad machista de Japón, con Aomame como una especie de heroína contra el machismo, con Tamaru como su protector, callado, misterioso, que difícilmente abre su corazón. El trasfondo de esta obra no es solo un ejercicio literario de fantasía perfecto, que conecta entre sí otras novelas de Murakami como si fueran los hilos rojos en la pared del despacho de un policía que investiga un asesinato y une todas las piezas.
En el tercero, que también está escrito en capítulos alternos, el ritmo baja y se abren mejor nuevas tramas, como la relación de Tengo Kawana con su padre, ingresado en una clínica y antiguo cobrador de la NHK. Por eso, se puede afirmar que la obra llega a su culmen en los primero dos libros, en el tercero pierde fuelle, se dilata demasiado y carece de acción. Sí surgen novedades y conexiones fantásticas, sí se cierra el círculo, si vemos cómo el final tiene que llegar a ser el que es. Pero pareciera que la huida de Aomame, las semanas de Tengo con su padre y centrarse tanto en Ushikawa hace que 1Q84 pierda fuelle.
Es como ver un globo desinflarse, mostrando primero toda la hermosura, la fantasía, la magia… y luego sentir una cierta desilusión. Las verdaderas conexiones de esta obra con otras de Murakami, su especie de multiverso literario particular, los paralelismos tan claros como algunas muertes, los hoteles donde se encuentran prostitutas con sus clientes o la posibilidad de que una persona desaparezca sin más de un momento a otro como en Baila, baila, baila, ya explota en los dos primeros libros de 1Q84 -algunas se han dicho, otras tendrá que descubrirla el lector-, en el tercero le falta algo y tal vez le sobra mucho. Las diferentes novelas que hay en estos libros (amor, fantasía, policial) llegan al clímax mucho antes de que la obra termine de verdad.
En definitiva, a pesar del sabor de boca un poco agridulce del tercer libro en comparación don los dos primeros, 1Q84 de Haruki Murakami tiene mucho que ofrecer a los lectores. Es un ejemplo de cómo la literatura es un arte noble y hermoso, de cómo el mundo cambia a los libros y los libros pueden cambiar el mundo. De cómo parece imposible escapar al dolor y a la soledad, a la muerte y al caos. Pero siempre, esté donde esté, habrá una luna a la que podemos mirar agarrados de la mano de una persona a la que amamos de niños y de adultos. Porque, como se dice en la novela Los tiempos del odio de Rosa Montero, la vida no merece la pena si no hay amor.