Lala tiene en su casa, delante de ella, a Raymond. Desmejorado, físicamente más gordo, pero es él, hace tiempo que sabe que ha cambiado su físico y que la vigila. Lo tiene en su casa y está enfadada con él porque está segura de que por su culpa han detenido a Adrián, su marido. Él apenas dice nada, ella tampoco. A partir de este encuentro, tantos años después de conocerse y de haber tenido una relación, ella tiene cara a cara al autor de un diario en el que se descubre su personalidad.
Amor fou (Anagrama, 2018), de Marta Sanz, es una historia incómoda, de sexualidad conocida a edad muy temprana, de juegos sucios, de relaciones amorosas tóxicas, de traiciones, de personas repudiadas por su ideología política. Escrita en primera persona, la novela abarca dos narraciones en paralelo. Por un lado, lo que piensa Lala y, por otro, el diario secreto de Raymond.
Los dos se van uniendo en una sucesión de hechos caóticos, peligrosos, con situaciones y reflexiones que pueden llegar a incomodar. Porque los juegos de los niños a veces pueden ser muy peligrosos; porque la sexualidad en los adultos es un tabú y todo empeora cuando un hombre sale de la habitación a oscuras de una niña que se está vistiendo y no sabes o que realmente ha pasado dentro. Y porque que te vigilen desde una ventana poco indiscreta te impide vivir por mucho que quieras mantener la dignidad.
La novela Amor fou de Marta Sanz es un recorrido por una vida sexual turbia, por parejas que se hacen y se deshacen, de amantes que no perdonan. Lala tiene una relación con Adrián, un abogado que la defiende tras ser detenida de una okupación en la que ella es acusada de atentando contra la autoridad por arañar a un policía. Él, Raymond, es el amante al que ella termina abandonando. Él la odia, ella le tiene asco. Un triángulo amoroso en el que ella vive una situación complicada.
Porque Lala no quiere que nadie, en su trabajo ni en ningún sitio, conozca que puede que ella y Adrián no sean buenas personas. ¿Pero quiénes son realmente Lala y Adrián? ¿Por qué esconden y tapan en su domicilio de Madrid un busto de Lenin? ¿En qué tipo de país viven en el que les detienen por su ideología o se puede estar convencido de que eso puede llegar a suceder? ¿Es en el futuro y en España se ha involucionado hacia tiempos de dictadura como el franquismo o algo similar? Eso se pregunta los lectores mientras conocemos el pasado y el presente turbios no solo de Adrián, Lala y Raymond. También el de Elisa y Esther, su hija, una adolescente obesa manipulada por su madre.
Amor fou de Marta Sanz esconde secretos de sus personajes, dudas, incógnitas que con el paso de las páginas se resolverán en un círculo que se cierra en esta distopía o novela de ciencia ficción demasiado realista, dolorosa. En una intensidad amorosa que pasa de la pasión y el sexo libre hasta lo enfermizo. Otras dudas quedarán en el aire. Un aire en el que se huele el miedo de Lala mientras cree que Raymond la persigue por la calle hasta llegar a la línea 10 del Metro de Madrid. Un aire en el que se impregnan los olores de adultos y niños que conocen el sexo demasiado pronto jugando en el patio de la escuela. También en el aire de Marruecos, donde dos hacen el amor y uno se queda marcado, mirando, huyendo.
El estilo de la novela es directo, cuenta con crueldad el dolor, el erotismo, la vigilancia, la locura, los celos. La narración facilita la lectura, además de porque cuenta con capítulos cortos, porque estos hacen navegar al lector por un mar de tinieblas, de sentimientos siniestros, de venganzas, de odio y de dolor. De amor que llega a doler, que se pervierte, que llega al extremo negativo y violento como en El túnel de Ernesto Sábato.
Lala y Adrián son en el fondo dos seres apartados de la sociedad, vigilados a través de unos prismáticos, como si fueran hormiguitas en el hormiguero de un solitario loco que las quiera manipular y no puede dejar de observarlas. ¿Pero realmente Lala es una simple profesora en un colegio privado que en su juventud el ímpetu le llevo a participar en un movimiento okupa? ¿Y qué casos lleva Adrián como para ser objeto de algún tipo de odio o persecución?
Una novela no tiene que ser agradable para ser buena, si nos corroe de alguna forma por dentro, si nos remueve de algún modo, aunque sea a través de la violencia, no tiene que ser mala. Si el argumento es bueno, como en Amor fou, puede ser mucho mejor que una novela de rosas y felicidad. La lectura no es solo entretenimiento, fantasía, novelas o historias alegres. La vida no deja de ser la antesala de la muerte y tenemos violencia por todas partes, directa o indirecta, más o menos cruel. Adultos y menores perseguidos por alguien que los puede vigilar, acechar para hacerles daño. ¿Cómo librarse del daño que te quiere causar una mujer que parece que quiere hacer engordar y engordar a propósito a su propia hija, tal vez, para que nadie le quiera por su gordura y así tener para toda la vida a su lado?
Y eso ocurre en Amor fou de Marta Sanz, que es una novela dura, sin ambages, que no peca de metáforas para hablarle al lector a las claras. Con sus claroscuros, con personajes de muchas sombras y poca o ninguna luz. Es una novela que carece de héroes. En la que los planes se van mascando con el tiempo, porque la venganza es un plato que se sirve frío. La maquinación de Elisa y Raymond, que por diferentes motivos odian a Adrián y a Lala, llega a su clímax cuando se conocen y viven juntos. Juntos vigilan a los dos, juntos crían a Esther, juntos se hunden en la oscuridad del odio vengativo.
Para el lector que busque una novela que vaya más allá de pasar un rato entretenido, Amor fou es una muy buena opción. Le removerá por dentro, le hará pensar hasta qué punto la inocencia de los niños no es nada inocente, hasta qué punto las mentes perturbadas pueden llegar a puntos insospechados y las injusticias suceden porque sí, sin poder evitarlas. Dejándonos, tal vez, preguntas internas a los lectores, del tipo: ¿el amor sigue siendo amor cuando se convierte en celos? ¿el amor sigue siendo amor cuando es enfermizo?
Si asi fuera lo que hemos aprendido en esta crisis, mucho habremos ganado y todos saldremos fortalecidos. Michel Pefferman