Unos guardias civiles están en un chalet de Palma de Mallorca, en verano, porque se ha hallado el cadáver desnudo de una joven austríaca colgado. La muerte se ha producido por dos disparos. La víctima es una chica veinteañera famosa por sus escándalos, como pasearse desnuda por las playas y su ligera vida nocturna. Pero el caso se le asignará a un sargento de la Guardia Civil de Madrid, Rubén Bevilacqua.
Así empieza la novela El lejano país de los estanques (Destino, 1998), con la que el escritor Lorenzo Silva inicia su serie de Bevilacqua y Chamorro. Ya que el sargento Bevilacqua es obligado a ir a Mallorca acompañado de la guardia segunda Virginia Chamorro para resolver un caso que ya le han dicho cómo debe acabar: con la detención de Regina Bolzano, una mujer mayor que siempre va y vive con Eva Heydrich, la víctima.
Con todo ello, los dos guardias civiles deben infiltrarse en la vida de la isla y conocer a las personas cercanas a la víctima. ¿Quién la ha matado? ¿Dónde lo han hecho? ¿Por qué la han colgado de un par de vigas y desnuda, como parte de algún tipo de ritual? La novela irá siempre encaminada a ese objetivo, con una narración en primera persona, ya que la historia la cuenta el sargento Chamorro. Con ello, al no haber una tercera persona, el estilo del narrador es personalísimo, y por este parte viene la parte más negativa del relato.
La primera persona por parte de un personaje que es sargento de la Guardia Civil creo que encorseta la novela El lejano país de los estanques. No simplemente porque todo el libro sea visto desde el punto de vista de Bevilacqua, sino porque se expresa en todo momento como un Guardia Civil. Por lo tanto, el lenguaje es en algunas ocasiones más difícil de seguir y entender que si fuera una tercera persona quien contara la historia. El sargento lo hace con un estilo más cerrado, utilizando un lenguaje más hierático, menos flexible y amplio, aunque denota un nivel cultural y conocimientos literarios que lo hacen más ameno.
Más allá de esta parte, el argumento es muy bueno y nos introduce en los escándalos que montaba Eva Heydrich, una chica promiscua que vivía como quería y en más de una ocasión eso le provocó problemas. ¿Tanto como para ser asesinada por ello? Eso lo descubriremos a lo largo del libro a medida que la investigación avanza. El lector descubrirá por primera vez (o descubrió hace tiempo, han pasado 23 años desde su publicación) cómo nace la pareja de guardias civiles Bevilacqua y Chamorro: él mucho más veterano, ella una recién llegada al cuerpo, muy tímida y no se sabe muy bien si lo suficientemente capacitada para ayudar a resolver el caso.
En ese contexto, vemos la diferencia cultural entre ambos, la maña de uno y otro, la distinta valía de los dos, que acaban complementándose. No llega a haber tirantez ni una mala relación, pero durante toda la novela vemos cómo Bevilacqua, con mayor rango, lleva las riendas de la investigación en El lejano país de los estanques.
Y cómo Chamorro va a remolque y le cuesta actuar con naturalidad: deben fingir ser una pareja con cierta libertad de movimientos por separado, y Chamorro es un personaje al que le cuesta soltarse para llevar a cabo la misión. Bevilacqua lo hará más y ella incluso podrá pensar que no es un sargento serio porque se toma ciertas libertades como ligar con chicas italianas jóvenes en playas nudistas y discotecas. ¿Dónde está la línea divisoria entre actuar como parte de una investigación y quitarse las esposas y actuar libremente?
La línea puede ser muy fina y traspasarse con facilidad al infiltrarse en el grupo de conocidos de la víctima, como un grupo de italianos. Esta línea está presente de forma constante en El lejano país de los estanques. Como también lo está la línea entre el amor, el deseo, la atracción física, el sexo y la obsesión. La obsesión y los celos son un el otro filo de la navaja del amor y el sexo.
Los dos guardias civiles tendrán que investigar, como se ha dicho, para dar como culpable con Regina Bolzano. Pero manteniendo abiertas otras posibilidades, que les llevarán a conocer de cerca al grupo de amigos de Eva Heydrich. Si es que se les puede llamar amigos, tal vez no sean más que simples pasatiempos para la alocada chica austríaca. Sea como sea, los guardias civiles infiltrados vivirán el día y la noche en los lugares frecuentados por Eva hasta dar con la solución del paso.
De manera que a paso lento, El lejano país de los estanques desplegará un mundo oscuro de engaños, desilusiones, amistades frágiles como una pompa de jabón y el embrujo que emanaba de la personalidad y, sobre todo, del cuerpo de Eva Heydrich. Una chica rica, que podía permitirse el lujo de estar semanas de vacaciones en Mallorca, dueña de una serie de empresas en su país. Dinero y belleza es una combinación peligrosa en más de una ocasión, porque un cuerpo más que un estanque, puede convertirse en objeto de deseo que a más de uno le hace hundirse en arenas movedizas.
Para terminar con esta reseña, El lejano país de los estanques es una buena novela con la que, como se ha dicho, Lorenzo Silva inició en 1998 la saga de Bevilacqua y Chamorro. Si te interesa saber cómo prosigue, esta es la reseña que escribí sobre la segunda, El alquimista impaciente. Además de que he publicado estas otras reseñas de libros de Lorenzo Silva.