Un artículo en prensa del periodista Domingo Pajarito de Soto denunciando la actitud canallesca de parte de la clase industrial. Unas declaraciones ante un juez estadounidense de Javier Miranda, que trabaja para el despacho de abogados de Cortabanyes. Y una fiesta de gala en la casa de los Savolta, incluidos los socios de su empresa. Tiempos de revueltas sociales en Barcelona, en los que la clase obrera se mueve para tener más derechos laborales, con gran implicación de los anarcosindicalistas.
‘La verdad sobre el caso Savolta‘ (Seix Barral, 1975) es la primera novela de Eduardo Mendoza, Premio Cervantes 2016. En ella, por medio de una narración en primera persona de Javier Miranda, hará que el lector conozca, casi con las clases medias desaparecidas, lo más alto y lo más bajo de la sociedad catalana de la Gran Guerra. Una ciudad llena de violencia, codicia y traiciones. Pero también de personajes llenos de amor e inocencia.
Hablamos de la primera de las novelas de Eduardo Mendoza. En ella la sátira, el humor, los desarrapados y las ansias de libertad ya hacen su aparición, como lo harán en sus novelas del detective anónimo. Con Barcelona como su ciudad predilecta para ambientar sus libros, veremos cómo quien aprovecha las oportunidades de una guerra puede salir muy beneficiado económicamente. Pero una posición tan reconocida como la de Enric Savolta corre peligro. Una noche, Savolta es asesinado y años después, con motivo de su comparecencia ante el juez, Javier Mirando lo recuerda todo.
Recuerda principalmente a Lepprince, un oscuro personaje francés que trabaja para Savolta, y que siempre va acompañado de su guardaespaldas Max. Un hombre frío y calculador que acaba teniendo a Javier Miranda como su mejor amigo. Arrastrándole a los peores rincones y cabarets de Barcelona, en los que el futuro de Javier Miranda se unirá al de la joven gitana María Coral. Necesarios para conocer lo más importante de una historia de misterio y policíaca como ‘La verdad sobre el caso Savolta‘.
Las historias entrelazadas de estos personajes principales se cruzarán con un hueso duro de roer, el comisario Vázquez, de la Brigada Social. Las muertes se sucederán en la ciudad de Barcelona, sobre todo en la oscuridad de la normalmente silenciosa y poco delatora noche. Uniendo los hilos, el comisario Vázquez pondrá sus ojos en Javier Miranda. Rodeado de violencia de una forma u otra, aunque no ande cerca, los ojos del comisario estarán puestos sobre él.
Aunque lo más importante de la novela no me parece la investigación policial sobre quién mató a Savolta ni a los otros finados. Sino, por el contrario, los retratos psicológicos, conductuales, sociales, políticos y económicos. Un relato hilado de manera muy fina, con muy buenas descripciones, diálogos tanto profundos como cómicos, con personajes por los que se siente una pena inmediata y otros que desde el primer momento no serán del agrado del lector.
Todo urdido alrededor del asesinato del industrial catalán, está claro, que queda como núcleo inspirador del relato para dar rienda suelta a esas características mencionadas de toda la obra de Eduardo Mendoza. ‘La verdad sobre el caso Savolta‘ es una novela en ciertos puntos disparatada, en otros tierna, por un lado profunda para describir los bajos fondos de la ciudad condal; por otro, retrato desesperado por dar a conocer la verdad aun costándole la propia vida a quien lo intenta.
Los tejemanejes de la alta sociedad catalana quedan retratadas en el libro. Como la lucha de clases, en la que siempre hay peones que son movidos en el tablero de ajedrez en el que se convierte la economía y la política. Lo mismo da en una fiesta de alta alcurnia que en un bar de mala muerte, como los que visita Nemesio Cabra, un pobre al que muchos dan por loco. Un pobre como Javier Miranda, que acaba emigrando a Estados Unidos, pero es una marioneta movida por personas que se mueven por sus propios intereses.
Y si bien es cierto que tiene toques muy buenos de humor, ‘La verdad sobre el caso Savolta‘ no es una novela alegre. Tampoco llega a la oscuridad de una novela negra como tal, se mantiene en el equilibrio perfecto entre lo satírico, lo absurdo y lo cómico, por un lado, y por el otro la denuncia social, la violencia, los asesinatos. Casi medio siglo después de su publicación, continúa teniendo mucho valor y por ello es una lectura imprescindible.