Ángela es una mujer con un físico deformado, que no responde a los cánones de belleza en un mundo en el que casi todos los humanos se hacen implantes para estar más bellos y jóvenes. En el brazo tiene un tatuaje, que, desesperada, se arranca con una cuchilla y sin ningún tipo de anestesia para sufrir dolor verdadero. Está convencida de que sin amor no merece la pena vivir y ella no tiene ninguna posibilidad de ser amada por otro ser sintiente. Tras arrancarse el tatuaje, que es el nombre de un hombre, se lo envía a su destinatario a través de los robots de mensajería express.
Los tiempos del odio (Seix Barral, 2020), de Rosa Montero, es la tercera novela protagonizada por la detective privada Bruna Husky, una tecnohumana o rep de combate a la que le quedan poco más de tres años y dos meses de vida antes de morir a causa del Tumor Total Tecno (TTT), que mata a todos los reps a los diez años de vida. Es el año 2110 y el mundo conocido en los Estados Unidos de la Tierra (EUT) está a punto de cambiar. Los ins, unos suicidas que normalmente no causan muertes en sus inmolaciones, han cambiado de táctica y empieza a provocar atentados mortales. Convirtiéndose en el Ejército de la Justicia Inmediata (EJI), pondrán en jaque al sistema instaurado, desarrollando, además, la presencia de un grupo secreto, los Trinitarios, llevando a los lectores a una trama que se remonta al siglo XVI.
Bruna Husky y Paul Lizard, un inspector de policía humano, viven una relación de pareja que el lector ya conoce tras las lecturas de las dos novelas previas, Lágrimas en la lluvia y El peso del corazón. Husky, una tecnohumana diferente a todas las demás, es vulnerable y cada vez está más prisionera de sus propios sentimientos en una sociedad deshumanizada y en exceso dependiente de la tecnología para todo. Una mañana, Lizard recibe un trozo de carne humana con su nombre y, mientras está investigando los nuevos atentados suicidas de los ins en una investigación clasificada como secreta, desaparece sin dejar rastro. Kai, una tecnohumana de combate que es la jefa de Lizard, avisa a Husky y comienza así una doble búsqueda.
En Los tiempos del odio, Rosa Montero despliega como en sus libros anteriores una narrativa exquisita, narrada en tercera persona, con un argumento que nos pone sobreaviso de cómo la civilización actual puede llegar a ser en el futuro. Es un novela negra distópica en la que, una vez más, los contrarios y los antagonismos tratará de tener más peso en la balanza. ¿Podrá el amor de Husky al odio de los ins? ¿Vencerá la confianza a los celos que cada día carcomen más a la detective? ¿Podrá el orden establecido contra el pulso del EJI y será beneficioso que nada cambie o que todo cambie para que todo siga siendo igual? ¿La victoria del EJI valdrá para tener el mismo perro, pero diferente collar, al mando del mundo?
Este Ejército de la Justicia Instantánea emite una serie de vídeos todas las noches, a través de las pantallas públicas -de gestión privada-, en la que muestra cómo asesina uno a uno a los secuestrados. Si los EUT no responden a sus peticiones, añadirá una muerte y una petición más cada noche. Husky, aterrorizada, ve cómo Lizard es uno de los secuestrados y cómo le quedan, como máximo, unos trece días de vida. Para sorpresa de Husky, en su ayuda acudirá Barri Lizard, la hermana desconocida del inspector, y también Ángela, una informática sobresaliente con altas capacidades intelectuales. Las tres tratarán, en paralelo a Kai, salvar la vida a Lizard mientras el mundo entra en guerra.
Los tiempos del odio de Rosa Montero nos plantea una traslación al futuro de acontecimientos de la actualidad, como los atentados del Estado Islámico y la espectacularización de la violencia: los humanos nos acostumbramos a la violencia y los crímenes de tal manera que acabamos siendo insensibles al dolor ajeno. Pero Husky en ese sentido, por la memoria introducida por el memorista Pablo Nopal, parece ser la más humana de todos. Ella no pierde sensibilidad con cada asesinato en esas pantallas -que son un reflejo futuro de las pantallas publicitarias de ciudades como Londres, Madrid o Nueva York en la actualidad-, sino que su temor va en aumento.
Esa es la otra vertiente de las novelas de Rosa Montero protagonizadas por Husky y que ya se veía en mayor medida en El peso del corazón: mientras el mundo se deshumaniza, Bruna Husky es cada vez más humana llevada por el amor. Si bien es cierto que es una tecnohumana solitaria y, por su fabricación, preparada siempre para estar alerta en cualquier circunstancia, con el paso de los meses tiene comportamientos más humanos: se preocupa por los demás, al tiempo que les ve con pena, también es verdad. Le pasa con el viejo archivero Yiannis, pero sobre todo siente la necesidad del amor, el deseo y sexo con Lizard.
Por otro lado, en paralelo a la investigación y al conocimiento de la vida personal de Paul Lizard y a las aventuras con la hermana de este, Husky evoluciona su relación con Gabi, la niña rusa a la que salvó de una Zona Cero en la novela anterior. La niña es un pequeño monstruo que por su pasado alberga mucho odio, pero también siente la necesidad de estar atada sentimentalmente a alguien. Husky y Gabi son dos gotas de agua, una rep y la otra humana, pero con idéntico carácter. La niña conocerá a Emma, con la que pronto congeniará, pero que irán juntas a donde está el peligro, mezclándose con la investigación de Husky entre la juventud de los ins.
Rosa Montero trata en Los tiempos del odio cómo la juventud puede ser tan manipulable por las ideas de otros, cuando se sienten rechazados y alguien les ofrece una salida de odio para vengarse de aquellos que creen culpables de su situación. Ahí volvemos al terrorismo islámico de los últimos años. E introduce Montero la cuestión de las alianzas, de los acuerdos secretos, de la rivalidades de los EUT con Cosmos y con el Reino de Labaria -adonde Husky viajó en El peso del corazón-. Todo ello, la guerra, el amor, el odio, el sexo, las venganzas y las conspiraciones se unen al poder de los ricos contra los pobres, a la dominación del dinero y a quienes tratan de rechazar los avances en la deshumanización: los Nuevos Antiguos, una especie de secta que vive alejada del mundo, sin tecnología, y a la que pertenece Barri Lizard.
Al mismo tiempo que la economía del mundo se reduce a unos pocos cientos de grandes holdings empresariales con participaciones en el accionariado de todos los negocios -aquí las figuras de Dom Lago y su hijo Jan Lago son el reflejo del empresario sin escrúpulos- siempre hay una resistencia a los avances de la vida. Por un lado, la resistencia puede llegar a ser violenta y su objetivo es del cambiar un orden por otro distinto, pero basado en lo mismo: el poder y control sobre los demás utilizando las armas que hagan falta, incluida la violencia. Y, en otros casos, la resistencia es más pacífica, aunque quepa el rencor, y se basa en alejarse del mundo rechazándolo y siendo inmovilistas.
La novela Los tiempos del odio de Rosa Montero es un ejercicio, además, de preguntas éticas profundas, como la defensa de quienes matan solo porque comparten ideales que, si se defendieran pacíficamente, serían aplaudidos sin dudar. Pero la lucha provocada por el poder económico que cobra por respirar y por el uso del agua lleva incluso a defender a los asesinos porque luchan contra el poder establecido que «monetiza» y se enriquece los recursos básicos del planeta.
Si no tienes dinero para pagar el agua, no consumes agua, si no tienes dinero para respirar aire limpio, vives en zonas contaminadas lejos de la salubridad. ¿Cómo no pensar en esas zonas contaminadas en las que viven los pobres y de las que Husky rescató a Gabi, en contraposición a las zonas más libres de contaminación en las que este es un producto más, como una realidad posible del futuro teniendo en cuenta que en la actualidad los países más contaminantes -más ricos- venden excesos de emisiones a los que contaminan menos -más pobres-? Un caldo de cultivo del odio en el que se relaciona pobreza con violencia, en el que al pobre se le quitan todas las posibilidades de avanzar en la vida, generando odio, resquemor y violencia que da la razón al opresor frente al oprimido.
El poder de la novela Los tiempos del odio de Rosa Montero no radica en el apartado relativo a la novela negra o policial, a la investigación en sí. El trasfondo histórico, ético, filosófico, ecológico y humano que impregna cada página es lo más destacable. Montero, una protagonista más en la novela, nos lanza el reto de comprender hasta qué punto somos hipócritas, cómo podemos defender ideas contradictorias, cómo podemos ser manipulados. Nos enseña a cómo siempre quedan resquicios de humanidad en un mundo en el que, ya en el siglo XXI y qué duda cabe, en el siglo XXII en el que transcurre la novela, somos tan dependientes de la tecnología.
Y nos anima, de una manera más o menos directa, a preguntarnos qué destino tiene un sistema capitalista salvaje, en el que la violencia mostrada en múltiples formas en las pantallas, nos ha vuelto insensibles al dolor de los demás. A cuestionarios a nosotros mismos qué futuro nos espera si anteponemos el dinero y la riqueza a salvar el planeta, al respeto y a la convivencia. ¿De qué vale la tecnología si se usa para alejarnos de la Humanidad, de qué vale el avance científico si se utiliza para aplastar al que no tiene recursos? ¿Y cómo serán las leyes de la robótica en un futuro en el que los humanos podrán tener más implantes robóticos que parte humana? ¿Cuándo se deja de ser humano?
Esa reflexión de la fusión del hombre y la máquina cobra vida de manera, a veces espeluznante, en este libro, en el que nos enfrentamos a nosotros mismos, a nuestro pasado y a nuestro futuro, igual que Husky se enfrenta a su creador, a su naturaleza de producto fabricado en masa y de la que no puede escapar: es la obsolescencia programada de los electrodomésticos llevada al paroxismo y jugando con las leyes de la robótica a un límite que puede ser irreal, pero que también puede ser demasiado real, porque el mundo futuro de la periodista y escritora no es una exageración sin sentido.
Los tiempos del odio de Rosa Montero nos dice lo que somos hoy en día mostrándonos una ficción ambientada en Madrid en febrero de 2110. Ese odio entre diferentes, esa manipulación de unos pocos para conseguir que otros se inmolen por ellos en un proselitismo enfermo, esa violencia, esas conspiraciones por el poder, los tira y afloja entre Estados… No hay que viajar al futuro para conocer esa realidad como si no la tuviéramos tan viva, por desgracia, en el presente. Pero al menos cabe la esperanza de saber aunque no merece la pena una vida sin amor, ese sentimiento seguirá presente en todos nosotros mientras sobrevivamos como especie. Seguirán existiendo el odio, la violencia, la guerra y la muerte, pero también el amor, la compasión, la paz, la sensibilidad y la ternura.