reseña de la novela El juego del ángel de Carlos Ruiz Zafón

Reseña de la novela ‘El juego del ángel’, de Carlos Ruiz Zafón

Un escritor nunca olvida el momento en el que vende su alma y empieza a escribir por dinero. Eso fue lo que le pasó al joven David Martín, que ejerce de periodista en el periódico local barcelonés La voz de la industria, donde su padre trabajaba con guardia de seguridad. Escritor de cierto éxito entre el público del diario con una saga llamada La ciudad de los malditos que firma bajo pseudónimo, un día recibirá un misterioso encargo literario por parte de un editor francés a quien llama patrón y que cambiará su vida en todos los sentidos.

El juego del ángel (Planeta, 2006), de Carlos Ruiz Zafón, es la segunda novela de la tetralogía del Cementerio de los Libros Olvidados, aunque en el tiempo transcurre algo más de quince años antes que la primera, La sombra del viento. En esta novela, el lector verá la evolución literaria y cómo el encargo de escribir un libro trastornará a David Martín, siempre con la protección de Pedro Vidal, famosa pluma del periódico que le trata como un ahijado.

De esta manera, conoceremos la historia del escritor y su relación con algunos de los protagonistas de La sombra del viento, porque en la segunda parte de la tetralogía regresamos (como si de un regreso al futuro se tratara) a la librería Sempere e Hijos, situada en la calle Santa Ana de Barcelona. Y sonreiremos al ver al abuelo de Daniel Sempere y a su padre, aún joven y bajo la sombra de su padre en la librería, pero con el mismo ánimo de cuidar a los libros y a las almas que viven en ellos. Así, será imposible no ver esta, entre otras, conexiones entre las dos novelas.

En El juego del ángel, Ruiz Zafón mantiene parte del estilo literario de la primera, como la narración en primera persona y una trama compleja que se muestra poco a poco a medida que las piezas del puzzle encajan. Y habrá ciertos paralelismos que van mucho más allá de las visitas el Cementerio de los Libros Olvidados (ya custodiado por Isaac Monfort) o los Sempere padre e hijo (el dueño de la librería, sea de la generación que sea, siempre ha sido, es y será el señor Sempere). Porque es imposible no ver el paralelismo de escritores malditos y perseguidos como Julián Carax y David Martín.

Sin embargo, además de una novela histórica con toques de thriller y novela policial, ahora vamos a un mundo de misterio, esoterismo, magia y fenómenos sobrenaturales, añadiendo más miga aún si cabe. Y aunque no hay ningún personaje de lengua viperina como Fermín Romero de Torres, veremos una trama policial con el policía Víctor Grandes a la cabeza y dos agentes, Marcos y Castelo (que en el sonido recuerda al dúo cómico Abbott y Costello, pero nada más alejado de la realidad), que son la cara y la cruz de la policía.

Y también habrá lugar para el amor y el odio, que es la base de la relación de Martín (hombre enfermo y perseguido y que Zafón usa para un guiño a Gaudí en un momento dado del libro fácilmente visible para los conocedores de la muerte de Gaudí) con Isabella Gispert, una joven adolescente que quiere ser escritora y que se convertirá en su ayudante personal. Y si en La sombra del viento ya había un triángulo, aquí también lo habrá con la aparición de Cristina Sagnier, hija del chófer personal de Pedro Vidal. Además, la ciudad de Barcelona, siempre con el recuerdo de la Exposición Universal de 1888 de fondo (como en la novela La ciudad de los prodigios, de Eduardo Mendoza), es un protagonista más de El juego del ángel, uno de esos libros que sólo pueden existir en una ciudad, pero en millones de almas, sonrisas, manos y memorias.

Con el encargo millonario (recibiría cien mil francos por realizarlo) David Martín, que se mudará a una casa en una torre abandonada que nadie alquila, dejará atrás las narraciones de La ciudad de los malditos y el mundo del periodismo en La voz de la industria para adentrarse en una aventura sin igual: escribir un libro para el editor francés, un hombre misterioso que quiere fundar una nueva religión. En ese camino, Martín descubrirá en el maravilloso mundo del Cementerio de los Libros Olvidados un ejemplo de Lux Aeterna, firmado por una persona con las mismas iniciales que su nombre, D.M.

¿Qué le sucederá al escritor David Martín en El juego del ángel? Carlos Ruiz Zafón tenía la capacidad de escribir novelas con tramas complicadas y muy fuertes, en las que la violencia es como el amor, sólo se puede expresar en sus estados más apasionados. En lo bueno y en lo malo, esta novela engancha sobremanera, con un aura de misterio y una virulencia tan fuertes como la manera de entregarse al cuerpo desnudo de la mujer a la que se ama. Capaz de cortar todas las correas que hagan falta si hay el más mínimo atisbo de salvación.

Pero por momentos, la lectura de este libro nos harán pensar que no hay salvación posible, que la muerte acecha en cada rincón, como el editor francés parece estar en todo momento espiando a David Martín, citándole siempre por carta. Un hombre extraño, misterioso y peligroso. Eso lo descubrirá el protagonista, que siguiendo la estela de la primera novela de la tetralogía, recorrerá un camino paralelo pisando sobre las huellas de otro que ya caminó esa senda antes que él. Esa es otra de las características de las novelas de Carlos Ruiz Zafón: los insondables misterios de la vida, la muerte y los libros nos llevan a vivir, no un déjà vu, sino la vida de otras personas.

¿Nuestros destinos están sellados y es inevitable luchar contra él? ¿Puede un libro cambiar la realidad de manera literal como obras de arte como 1Q84 de Haruki Murakami? ¿Existen los pactos con el diablo que impiden envejecer a un hombre, pero a cambio de la maldición de su alma? ¿Podemos convertirnos en los protagonistas de nuestros propios libros y sufrir como ellos? ¿Alguien juega con nosotros como si fuéramos sus marionetas, riéndose de nuestros intentos por explicar la verdad, sin que nos crea quien nos tiene que crecer?

Con El juego del ángel, Carlos Ruiz Zafón lleva a la Barcelona de finales de la década de 1920 el realismo mágico de los escritores latinoamericanos. Y eso emociona y pone la carne de gallina, aunque el marco literario sean novelas más violentas, criminales y sangrientas que las de Gabriel García Márquez o Julio Cortázar (tenebrosos como los que más cuando querían serlo). Y la hermosura de la narración poética sin caer en el exceso de metáforas (incluso puede haberlo, pero el lector lo saborea y no le importa).

El escritor David Martín no es el joven Daniel Sempere, no recordará siempre el amanecer en el que su padre le llevó a visitar el Cementerio de los Libros Olvidados. Al contrario, a pesar de la protección de su mentor Pedro Vidal (su padre, asesinado años atrás, nunca fue una verdadera figura paterna para él), el siniestro patrón lo llevará de la mano a la oscuridad, al misterio, a la decrepitud, a la locura. Como el amor puede volvernos locos, la noche y la oscuridad también pueden hacerlo. O la compañía que al primer incordia y luego se vuelve imprescindible, como la joven Isabella Gispert, quien tendrá que sufrir las dotes de casamentero de Martín.

El juego del ángel, una novela un poco más larga que La sombra del viento, vuelve a poner la piel de gallina al leerla. Porque Carlos Ruiz Zafón, queriendo o sin querer, ha cogido a muchos lectores de la mano para descubrir y cuidar su alma guardada en sus novelas. Y por eso, le debemos el favor, gustoso como sólo los mejores escritores pueden provocarlo, de recomendar sus libros para que otras almas se encuentren con ellos y su llama siga iluminando y haciendo soñar. Con historias llenas de poesía, honor, con terror, con asesinatos, con injusticias, con dolor, con amor, con odio… Con Literatura en mayúsculas, como los secretos que, en estos caso sí, hay que contarlos.

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