La vida puede ser una concatenación de fragmentos que puestos uno detrás de otro, cobran sentido y dan lugar a lo que llamamos una biografía. O no, simplemente fragmentos sucesivos que no dan lugar a nada, al vacío de la existencia humana previa y posterior a la vida. Momentos inconexos sin relación alguna entre sí, aunque sea de forma visible, unidos por un hilo invisible que no consigue darles unidad.
Esto es lo que se puede pensar de un libro de relatos cualquiera, incluido ‘Fragmentos‘ (Éride Ediciones, 2017), del autor madrileño Sergio Pardo. Pero el lector que crea que todo libro de relatos o cuentos están formados por textos inconexos se equivoca. Porque los fragmentos de vida, de pensamientos, que están narrados de forma perfecta, que facilita y conduce la lectura, están unidos por un halo de tristeza.
No, los relatos cortos de este libro no dejan un buen sabor de boca vital, no provocan que el lector piense que la vida es maravillosa y que todo lo que emana de ella, incluida la literatura, incluida la prosa tan poética de este autor, también lo sea. Pero en ningún sitio está escrito que la literatura deba ser divertida. O mostrar siempre el lado alegre de la vida, que incluso se puede ver o, al menos recordar, cuando uno está clavado en una cruz.
Sin embargo, la pátina de tristeza, de nostalgia, de crueldad, de soledad, de desamores, de muerte, que cubre los relatos de este libro no tienen como consecuencia que el libro sea malo. No es así, son relatos muy bien escritos, con historias, algunas de ellas, muy potentes, muy crudas, muy directas y, a su modo, muy bellas. Porque hasta de la muerte se puede extraer una enseñanza de poesía y belleza.
Al fin y al cabo, teniendo en cuenta que luz de las estrellas que vemos en el firmamento nocturno no es más que el último grito de los astros muertos hace miles de años, ¿cómo no pensar que dentro de miles de años aún se podrá ver la luz que irradiamos los humanos, pese a no estar ya presentes?
Eso mismo tienen estos relatos, una luz extraña que los une en la tristeza, en el dolor, en el sufrimiento de sus personajes. Pero hay que tener en cuenta que algunos de estos personajes son homenajes a estrellas. Y esas estrellas brillaron aun después de muertas. Como lo siguen haciendo John Lennon o John Belushi, personajes (ellos o sus alter ego, como lo son Jake y Elwood, los Blues Brothers, de Belushi y Dan Aykroyd). Las estrellas, ya lo sabemos, son bellas aun después de muertas.
Como después de caer del cielo sigue viviendo el Ángel Caído, uno de los dos protagonistas del mejor relato de todo el libro, el que condensa la mayor calidad de la prosa poética, de la poesía hecha narrativa, de esta obra de Sergio Pardo. El relato se titula ‘La balada de la Dama Luna y el Ángel Caído’ y aúna todos los ingredientes de este plato literario receta del autor: melancolía, condena al dolor, tristeza, soledad y al final, muerte. Y poesía.
‘Fragmentos‘ tiene más en su interior, historias de alcoholismo, de autodestrucción, de penas, de rupturas que llegan de repente y nos paran el corazón de golpe. Pero la balada de Selena y Luzbel son el mejor reflejo de hasta qué punto puede llegar la calidad narrativa de Sergio Pardo. Quien quiera descubrir más acerca de este libro, de pequeños fragmentos de vida de personajes abocados a la soledad, aunque puedan tener un guía que les salve la vida por medio de cartas anónimas, no tiene más que leerlo y disfrutarlo.