No sabe por qué, pero su mujer quiere llevarse de las vacaciones un sapo. Un bicho asqueroso que no aguanta. Ve cómo se lo enseña a su hija. Ve cómo viaja en una caja con agujeros en el coche camino de casa. No le gusta, pero no puede deshacerse de él. Está incómodo, pero no puede matarlo.
Con ‘El sonido de los sapos‘, relato homónimo al propio libro, David Vicente da inicio a un conjunto de 18 relatos potentes, demoledores, sexuales, eróticos, en algunos casos cómicos, en otros trágicos. Vidas de ciudadanos anónimos que se cortan de repente y tan fácilmente como es cortar un fino hilo con unas tijeras.
Publicado por Inventa Editores, este libro muestra lo más oscuro y vicioso del ser humano, lo que se nos pasa por la cabeza y nos recluye en una burbuja sin percatarnos de lo que sucede a nuestro alrededor, arrepintiéndonos después de forma irremediable, sin solución. Sobre lo que seguro que muchos no nos atreveríamos a contar sobre nosotros mismos. Porque todos tenemos oscuros deseos, comportamientos que es mejor dejarlos en la soledad de un pequeño cuarto. Qué sería de tantas personas si se supieran cuáles son sus gustos, cuáles sus comportamientos en la intimidad.
Los relatos no están incluidos en el género de lo fantástico, aunque en algunos las lavadoras no paren de hacer un ruido infernal y eterno, sacando de quicio a su protagonista. Aunque pueda parecer increíble, la factura que le cobran cuando ni siquiera se la arreglan devuelve al lector los pies a la tierra de forma inmediata y sabrá cómo se siente quien escribe en primer persona ese relato.
Porque son textos y narraciones básicamente cotidianas, que pueden estar pasando en nuestra propia casa o en el piso de al lado, cualquiera de los protagonistas puede ser nuestro vecino o vecina del segundo o del tercero del bloque de enfrente. Es así de llano, de simple y de demoledor.
Y no sé hasta qué punto David Vicente se ha sentido mal como para escribir este libro, haciendo alusión a las palabra de Jorge Semprún citadas por Care Santos (Premio Nadal 2017 por su novela ‘Media vida’ y autora del prólogo de esta publicación de David Vicente). Pero el lector que tenga el buen gusto de comprar ‘El sonido de los sapos‘ se sentirá mal y verá cómo es, como recalca Care Santos, un puñetazo encima de la mesa por parte del autor.
Porque la vida no atiende a razones y ni ella ni su hermana la muerte están dispuestas a dejar que los humanos hagamos nuestros planes y siempre salgan bien. No vivimos en una serie de televisión en la que si una toma sale mal, el director grita ‘Corten’ y se retoma de nuevo. No hay segundas tomas, no hay claquetas que valgan. En cambio, de vez en cuando las bolsas de agua con peces exóticos dentro se rompen.
Es una putada, pero se pueden romper jodiéndonos la vida. Y no hay dignidad que valga (el relato ‘Dignidad’ es uno de los mejores de ‘El sonido de los sapos‘, presten atención cuando lo lean). Sí es cierto que podemos decidir cuándo y cómo morir cuando estamos hartos de imaginar y no hay escapatoria posible. Pero el suicidio (aun siendo un tabú y con cifras anuales mayores de las que podamos pensar a priori) no es la forma habitual de darle la mano a la muerte.
Son muertes que llegan de repente a los que tenemos cerca, a nuestros seres queridos, en el momento menos pensado. Sí, es un mazazo, es un como el golpe de un mazo dictando la peor de las sentencias. Da rabia, duele, nos hace llorar, nos hace sentirnos insignificantes. Pero es que somos insignificantes, unos seres pequeños en comparación con muchos animales que comparten con nosotros el planeta Tierra. Y prácticamente nada en comparación con el Universo entero.
Somos tan insignificantes que muchas veces podemos hasta sentir asco de nosotros mismos al masturbarnos. Es difícil a priori que el onanismo conduzca al asco hacia uno mismo, pero sucede. Tal vez más a menudo de lo que pensemos. Igual que hay hombres y mujeres que se prostituyen en pisos y no lo hacen porque quieren, haciendo uso de su libertad.
No son libres y todos lo sabemos. Y lo saben los que recurren a sus servicios, pero miramos hacia otro lado. Mientras no nos toque a nosotros, no lo pensamos. Preferimos hacer oídos sordos y vivir nuestra vida. Yendo a los bares, como hacen algunos científicos. O haciéndonos fotos sexuales para mandárselas a una compañera de trabajo. O pensando en qué regalo de cumpleaños podemos hacerle a nuestra pareja y llegando a conclusiones tan absurdas como, en parte, lógicas, aunque al final demos marcha atrás o lo intentemos.
‘El sonido de los sapos‘ es un libro de relatos de una gran calidad literaria, golpes al cerebro y al corazón del lector. De miedos, de dudas, de la intimidad de nuestros hogares rotas por una ventana abierta y una mujer viéndonos a una distancia de cuarenta metros. De encuentros sexuales que no se buscan en la calle, sino en páginas web de contactos. De sapos que nos acompañan toda la vida, que nos dan asco, que no podemos aguantar, pero que no somos capaces de matar.