Bittori es una mujer viuda que un día va al cementerio de Polloe a ver a su marido a comentarle la noticia de la que habla todo el mundo: que la banda terrorista ETA ha anunciado, por medio de tres encapuchados, el fin de la lucha armada. Es el mes de octubre del año 2011 y Bittori ha decidido que debe volver al pueblo del País Vasco donde vivía antes de que su marido, El Txato, un empresario, fuera asesinado por ETA y tuviera que marcharse a San Sebastián, aunque no quería. Para descubrir la verdad y saber quién mató a su difunto esposo.
‘Patria‘ (Tusquets, 2016), de Fernando Aramburu, ha sido el libro de ficción más vendido en el año 2017 en España, además de Premio Nacional de la Literatura en la modalidad de Narrativa. En esta tremenda y excepcional novela el autor se adentra todo lo imaginable e inimaginable en el mundo de la banda terrorista ETA, en el odio más profundo que los seres humanos pueden sentir, y que lleva, por unos motivos o por otros, a matar. Cueste lo que cueste.
Y como cualquier violencia que se salda con muertes, cuesta mucho. Las consecuencias son tremendas tanto para los asesinos como para las víctimas, máxime en los pueblos donde todo el mundo se conoce, donde cada quien sabe quién es nacionalista y quién no, quién está en el lado de los llamados opresores y quiénes en el lado de los llamados libertadores. De los héroes, que lo arriesgan todo por su patria, oprimida.
Bittori es una de tantas mujeres, hombres, niños, niñas, abuelos, tíos, primos… que han sufrido durante décadas la violencia de la banda terrorista ETA. Y su decisión de volver a su pueblo traerá problemas, porque aunque los asesinos ya no maten, permanece la ideología, el rencor, el odio que ha arraigado durante décadas destruyendo y acabando no solo con las vidas de los asesinados, sino con las que siguen vivos.
Esto es así, y queda magistralmente retratado en ‘Patria‘, porque las familias pueden y quedan divididas cuando uno de sus miembros decide entrar en ETA y matar para conseguir la libertad y el socialismo. Y no solo las familias se rompen, como se ve en esta obra, sino también las amistades. Imposible que no suceda cuando la madre del sospechoso de matar a El Txato, Miren, era íntima amiga de la mujer de la víctima.
Esta narración, que alterna la tercera persona con la primera por medio de reflexiones de los personajes, es perfecta. No solo en la forma, no solo por cómo está escrita, en capítulos cortos que hacen que el lector siga y siga leyendo sin parar, sino por su profundidad. Por el drama que refleja. Por el sabor amargo que deja una historia tan bien contada sobre una sinrazón violenta, un odio profundo al que es diferente, al que no habla el mismo idioma que tú, al que no tiene apellidos vascos.
Nada que ver la profundidad de ‘Patria‘ con los chistes fáciles de ‘Ocho apellidos vascos’. Nada que ver la cruda realidad de las manifestaciones de la izquierda abertzale que se retrata en ‘Patria‘ con el humor absurdo (absurdo porque no tiene ni pies ni cabeza, no tiene sentido, solo el humor facilón y sin sentido, no porque sea humor absurdo del bueno) de ‘Ocho apellidos vascos’.
‘Patria‘ es una novela soberbia que incluso hace reír en algunas ocasiones, es imposible no hacerlo, a pesar de que sea un drama. Porque es una novela, sobre todo, inmensamente real. No realista, sino real. De las que te pegan un verdadero puñetazo al estómago sintiendo la impotencia de Joxian sin poder despedirse de su amigo El Txato cuando fue asesinado, aguantando a Miren, su esposa, una abertzale extremista que apoya de forma incondicional a su hijo, Joxe Mari.
El poder de esta novela, para quien escribe esta reseña de ‘Patria‘, es que plantea todos los puntos de vista, los del terrorismo y los de las víctimas inocentes. Los de los abertzales y los de los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado torturando a los etarras. Las luchas internas de la banda, su funcionamiento, la forma de huir, su ideología, la necesidad de matar que tiene el que odia, sin interesarse por comprender nada de las reivindicaciones políticas que hay detrás de la banda terrorista.
Porque para miembros jóvenes de la banda, como Joxe Mari, ciegos de odio, la política es el camino largo y los asesinatos, el corto, el fácil, el más efectivo. Eso queda plasmado de forma brillante, de forma dolorosa, porque un drama que se mete hasta el tuétano en una época tan trágica, pese a que no se mete de lleno en los años más violentos de ETA, en los años del plomo, no puede más que generar recuerdo del dolor.
‘Patria‘ muestra dos familias que fueron amigas y a las que ETA separó. Por un lado, Miren y Joxian, padres de Joxe Mari, Arantxa y Gorka. Por el otro, Bittori y El Txato, padres de Xabier y Nerea. Cada uno con su forma de llevar la vida y las amenazas de ETA, sobrellevando como puede la asfixiante atmósfera que se vive en el pueblo cuando las pintadas y las amenazas de muerte aparecen por decenas y son imposibles de borrar.
Cuando nadie te habla. Cuando las miradas son de odio. Cuando no puedes hablar a un amigo con el que has compartido años de mus y bicicleta, porque nadie en el pueblo lo hace. Cuando te muestran de golpe, a la cara, que todos somos disfuncionales, que todos tenemos cargas de las que no podemos deshacernos. Porque todos los personajes de esta novela son una novela en sí, un universo propio. Y la forma en que confluyen, en que se tocan, se rozan y chocan, es inmensa, imperecedera, extraordinaria.
En definitiva, esta novela es imprescindible para todos los lectores. Con premios merecidos, con un primer puesto en la lista de ventas de libros de ficción en 2017 más que merecido. Una obra perfecta desde el inicio hasta el final, profunda, muy dramática, muy real. Que muestra a las claras lo difícil que es vivir cuando el odio te rodea.
Lo difícil que es ser humano cuando el odio es tu segunda piel. Lo difícil que es llorar cuando el llanto es porque han matado a un amigo, a quien todo el pueblo considera un opresor. O por lo menos apoya a quienes así lo hacen. Porque el silencio da la razón a quienes más gritan, a quienes más ruido hacen. A los que han llenado los cementerios de cadáveres que no debían reposar aún en ellos.
Es difícil pedir perdón, es difícil perdonar, es difícil olvidar, es difícil vivir cambiando de itinerario cada ida y cada vuelta de casa al trabajo y del trabajo a casa, es difícil sobreponerse a los varapalos de la vida, lleguen en forma de muerte, asesinato o de ictus. Es difícil no leer ‘Patria‘ si se es lector. Es difícil, por no decir imposible, que no te guste ‘Patria‘ si la has leído.