El inspector de policía Lee se encuentra en el bar Pleasant de Manhattan, en la ciudad de Nueva York, con el mafioso Tony Costello. Tienen una discusión y el policía acaba muerto a causa de tres disparos. Estaba sentado de espaldas a la puerta, incumpliendo una norma básica que él mismo conoce, pero que ha pasado por alto.
Es el 15 marzo de 1972 y se estrena la película ‘El Padrino’, la obra maestra dirigida por Francis Ford Coppola y protagonizada por el eterno Marlon Brando en el papel de Don Corleone. Es una época en la que la mafia extiende su poder a base de asesinatos, crímenes y, al mismo tiempo, protección a cambio de favores.
Esta es la atmósfera en la que transcurre la novela ‘No te sientes de espaldas a la puerta‘ (Playa de Ákaba, 2018. Colección Ákaba Noir), escrita por David de la Torre, editada por Ángel Lara y que supone el primer disparo de la colección de género negro Ákaba Noir. Aunque, como se ha dicho, literalmente se abre con tres disparos.
El destino es el que llevará de forma irremediable a este final de Lee, llamado Liberto Johnson. Ya en el cuerpo de la policía de Nueva York, la ciudad de los rascacielos y los amaneceres junto al río Hudson en Manhattan, en el país de las oportunidades, se pondrá a investigar junto a su compañera Donna, el caso de una mujer que aparece muerta en un parque, cuya identidad acaba siendo la de Helen McCormick.
Donna y Lee tienen psicologías similares, policías que no dudan en llegar hasta el final en sus investigaciones, que tienen una relación tensa, y no solo por su trabajo y sus métodos, sino por lo que en el cine se llama ‘tensión sexual no resuelta’. Ser policía no es un trabajo fácil, no tienen horarios (los asesinos y los muertos no los tienen) y una luz incendiaria brilla más de la cuenta en la mente y el corazón de Lee el cadáver de esa mujer. Donna se dará cuenta y, entonces, empezará el juego.
Porque la vida es un juego y la mafia es el de la ruleta rusa. Tarde o temprano, todos se ven obligados a jugar y a disparar. A otros y a sí mismos. Y unas veces la bala gira en el tambor del revólver y no atraviesa el cráneo del jugador. Pero otras veces, lo hace y se acaba el juego. Lee es uno de esos jugadores desplegados en un tablero de ajedrez en el que las piezas deben moverse según los movimientos dictados por la jerarquía. Cuando eso no sucede, surgen los problemas. Y Lee los tendrá, es más, los buscará.
‘No te sientes de espaldas a la puerta‘ refleja de forma genial el ambiente de la ciudad de Nueva York a comienzos de la década de 1970, las investigaciones policiales, las tensiones entre miembros del cuerpo policial, ya sea la propia policía metropolitana, el FBI o la CIA. Y eso se refleja en esta novela, narrada en primera persona por uno de sus protagonistas, tal y como el lector se percatará a lo largo de las páginas.
Unas páginas que no solo muestran una trama de policías y mafiosos, que no solo es un homenaje abierto al cine de este género (los capítulos comienzan con una cita de diálogos de películas como ‘El Padrino’, ‘Uno de los nuestros’, ‘Casino’…), una trama en la que las piezas van encajando en un puzzle perfecto. Sino también la propia sociología de la época, el poder omnipresente de la mafia, que llega hasta los rincones más ocultos, y hasta la lenta liberación y conquista por parte de la mujer de sus derechos civiles.
Esta novela muestra a unos personajes que una vez que entran en el avispero, no pueden salir. Una novela de vigilancias continuas, homenajes, por ejemplo y al entender de quien escribe estas líneas, a obras como ‘La ventana indiscreta’ (1954), dirigida por Alfred Hitchcock y protagonizada por James Stewart y Grace Kelly. Con una narración rápida, ágil, en una primera persona que cierra el ambiente de la obra.
‘No te sientes de espaldas a la puerta‘ es una obra en la que su autor, David de la Torre, dispara por primera vez en la colección Ákaba Noir. Y da en el blanco si el centro de la diana, el objetivo, es escribir una novela de género negro, policíaca, que enganche al lector, que lo entretenga y lo sitúe en el lugar de la acción con un lenguaje certero, unos diálogos igualmente ágiles y medidos. Con una documentación sensacional de la ciudad y la época.
Porque, para acabar, hay que decir que esta novela es muy visual, muy gráfica, muy cinematográfica, como suelen ser muchas de este genero. Ejemplos hay, como ‘El poder del perro‘. Pero sin perder un ápice de calidad literaria.