Portada de la novela El enredo de la bolsa y la vida

Reseña de la novela ‘El enredo de la bolsa y la vida’, de Eduardo Mendoza

Es verano en la ciudad de Barcelona y al detective sin nombre protagonista de la novela ‘El enredo de la bolsa y la vida‘ (Seix Barral, Narrativa Breve, 2012), de Eduardo Mendoza, Premio Cervantes 2016, un viejo conocido de la cárcel, Rómulo El Guapo, le ofrece colaborar en el golpe definitivo de su vida. A lo que el protagonista de la novela se niega. Entonces, comienza el caso que tiene que resolver esta vez.

Porque el detective anónimo protagonista de ‘El misterio de la cripta embrujada‘ (1979), ‘El laberinto de las aceitunas‘ (1982), ‘La aventura del tocador de señoras‘ (2001) y la más reciente, ‘El secreto de la modelo extraviada‘ (2015) recibe la visita de Quesito, una adolescente que le entrega una carta firmada por Rómulo El Guapo. A partir de este momento, comienza el intento de resolución del caso de la desaparición de su viejo amigo.

En esta obra, el autor no alcanza el grado de absurdo cómico, hilarante y delirante de la quinta y hasta el momento última parte de la saga (‘El secreto de la modelo extraviada‘), sino que el enredo de esta historia se queda más en el absurdo sin más, con menos dosis de humor, la mayor parte sobre las dolientes y ancianas espaldas de Siau, el padre del dueño de un bazar chino vecino de la peluquería de señoras, sin señoras, que regenta el detective, en el pasado recluido en un sanatorio mental.

Éste tendrá una camarilla de amigos, de artistas callejeros, de hombres y mujeres de la calle (el Pollo Morgan, el Juli, la Moski, su hermana Cándida…), más Quesito, que le ayudarán a resolver el misterio. Su camino les llevará a un bar situado frente a la sede de un centro de yoga, a este mismo lugar o a un hotel de la Costa Brava donde un trabajador sustituye a un compatriota mediante la subcontratación individual de su puesto de trabajo.

Si bien el argumento es interesante como punto de partida, el caso que tendrá que resolver el detective anónimo/peluquero de señoras, venido a menos, pese a mantener algunas de las dotes del pasado (quien tuvo, retuvo), Eduardo Mendoza no termina de enganchar al autor de esta reseña de la novela ‘El enredo de la bolsa y la vida en esta cuarta parte de la saga.

Pese a las reiteradas visitas que una subinspectora Victoria Arrozales realiza a la peluquería con su mal humor; pese a la presencia exuberante de Lavinia Torrado; pese a estar investigando lo que resulta una trama de terrorismo internacional persiguiendo a Alí Aarón Pilila. Y eso que en la trama se termina descubriendo que la canciller alemana Angela Merkel es objetivo terrorista y que la lideresa germánica tiene cuentas pendientes con un tal Manolito

Es verdad que la obra mantiene la coherencia de la saga (si termina, de momento, con un joven detective en su plenitud y esta cuarta parte es en realidad el último caso, es lógico que con el paso de varias décadas, haya perdido facultades) de Eduardo Mendoza, pero el autor no termina de explotar del todo el buen punto de partida. O tal vez no, en el caso de que su pretensión sea la de una novela más seria que cómica/satírica, porque el humor aparece en contadas ocasiones como tal: con el abuelo Siau y con la escena casi al final del doctor Sugrañes Junior y el alcalde de Barcelona.

El detective anónimo tendrá que enfrentarse a un caso que parece no avanzar nada durante unos tres cuartos de novela, con cabos sueltos, con idas y venidas de un Peugeot 206 rojo y sus dos ocupantes. Con Rómulo El Guapo sin aparecer. Con una oferta encima de la mesa por parte del hijo del abuelo Siau, dueño del bazar vecino, que le ofrece comprarle la peluquería y convertirla en el restaurante de comida china para el que el detective trabajará al inicio de ‘El secreto de la modelo extraviada‘.

Esta novela, ‘El enredo de la bolsa y la vida‘, no deja de tener una buena trama en la que al final todas las piezas encajan y las viejas glorias del pasado acaban rendidas ante el inevitable paso del tiempo. Con buenas dosis de reflexión filosófica sobre la vida, más pinceladas humorísticas, en las palabras del anciano Siau: desde cómo afrontar la vejez hasta el perfil psicológico de los que compran imitaciones de jarrones Ming sabiendo que son imitaciones, no originales, pasando por reflexiones sobre el pasado, el presente y el futuro.

Eso es lo que tiene de interesante la novela, más allá de las peripecias gracias a las cuales el detective irá encajando las piezas en una nueva historia en la que las apariencias engañan y hay que llegar a las últimas páginas para verlo todo con claridad. Dejando a un lado el carácter menos cómico y más cansado por el paso del tiempo del protagonista, ‘El enredo de la bolsa y la vida‘ sigue siendo un muy buen retrato de la ciudad de Barcelona, de sus calles, de sus gentes, de sus bares o de los cada vez más numerosos empresarios chinos.

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