La inspectora Camino Vargas sale a escondidas del piso de un hombre con el que acaba de mantener relaciones sexuales. Pero su teléfono suena antes de que salga. La están llamando porque se ha encontrado el cadáver de una mujer con un chupete en la boca. Ha sido atropellada varias veces, lo que significa que ha sido asesinada. ¿Pero quién y por qué le ha puesto el chupete?
La novela Progenie (Alfaguara, 2020) es una novela policial escrita por Susana Martín Gijón y nos irá mostrando a lo largo de sus páginas un relato basado en cómo la Brigada de Homicidios de la policía sevillana tratará de dar con el asesino. Un asesino en serie, puesto que irán muriendo más mujeres, en cuyos cadáveres o cerca aparecerán objetos relacionados con bebés, estando ellas embarazadas.
Camino Vargas es una inspectora encargada de la brigada mientras el inspector Francisco Arenas está en coma. Ella no da el perfil estereotipado de mujer preocupada por los buenos modales, el trato con personas cercanas a víctimas de crímenes ni la maternidad. Huye de ella como también le gustaría huir de estar al mando de la brigada. Donde no a todos los miembros gusta que haya una mujer al mando. Esa es una de las muchas reflexiones sobre el feminismo y la igualdad entre hombres y mujeres de la novela.
Y con sus diferencias, es un perfil de mujer inspectora que recuerda a Elena Blanco, protagonista de las novelas de Carmen Mola. Una mujer fuerte, de mucho carácter, que vive su sexualidad con toda la libertad que quiere, más allá de los roles, de los ‘qué dirán’, de las apariencias.
Porque la novela Progenie tiene mucho de denuncia social, como sucede en las novelas policiales o negras. Las mujeres al mando no siempre son bienvenidas para hombres acostumbrados a que las mujeres den órdenes; muchas mujeres no buscan la maternidad y se enfadan cuando se les dice que se les va a pasar el arroz y una mujer no lo es si no es madre; y la crueldad de los asesinos en ocasiones desconcierta porque no contentos con matar, tienen que firmar sus crímenes de forma grotesca.
Así con todo, la investigación irá dando tumbos a pesar de que se encuentran nexos en común entre las víctimas, con algún que otro sospechoso, siempre en los entornos cercanos a las víctimas. La novela, eso sí, no solo se centra en la tarea policial, también en el lado humano de los miembros de la brigada: Pascual Molina, Fito Alcalá, Lupe y la veterana Teresa, una mujer a punto de jubilarse que más que policía parece una oficinista. La nota más discordante de la brigada, se podría decir, en cuanto a la dedicación policial, pero como mujer a punto de jubilarse, está más pendiente de su vida personal que de su labor policial.
En mi opinión, el argumento de Progenie está muy bien, así como los pasos policiales a seguir para resolver los crímenes. Trata una cuestión muy delicada desde varios puntos de vista, con personas que tienen unos perfiles muy bien definidos. Aunque el trasfondo de todo, más allá de la maternidad y lo policíaco, es el poder de la ciencia actual, la capacidad de jugar a ser dioses y el peligro de que los avances científicos, aunque puedan ser positivos, se usen con malos modos por los menos indicados.
Mentiras y verdades se enfrentan las unas a las otra en todos los sentidos, como en el extraño triángulo amoroso de Dolores Cabezas, Alonso Márquez y Nerea. Ellas dos, compañeras recepcionistas en una clínica de fertilidad, de las más famosas de España por sus avances. Eso sí, los avances científicos y sociales siempre pueden ser un arma de doble filo y aunque sean buenos, tienen consecuencias. Incluidos los avances en igualdad y temas relativos a las separaciones de pareja, custodias compartidas de hijos, etc.. En esta novela Progenie, estas cuestiones sociales están presentes.
A lo policial hay que sumar la forma en la que los miembros de la brigada se relacionan entre sí, ese lado humano, con algunas conversaciones más propias de una novela paródica como los libros de Eduardo Mendoza protagonizadas por el detective anónimo, que de una novela policial, aunque sea más humorística o cómica que otras del género. Ahí quizás la novela desentona un poco, no llega a chirriar mucho, pero sí en cierta manera. Eso no quita valor a la historia ni al estilo narrativo, poco encorsetado, sugerente, ligero, pero hay que mencionarlo.
Por lo demás, el libro refleja las desigualdades sociales que acaban convirtiéndose en estereotipos difíciles de eliminar. El pobre que desconfía de la policía porque está abandonado. El adinerado que presume ante los demás y trata con prepotencia al resto. También pone el punto en cuestiones como la conciliación laboral y personal, cómo son las envidias en el mundo literario.
Siendo uno de los temas principales de la novela, en paralelo a los asesinatos de mujeres embarazadas, el feminismo. En sentido amplio, desde el poder de decisión de las mujeres sobre su propio cuerpo, hasta ser madres solteras, el aborto, etc.. Una cuestión de actualidad tratada en la novela Progenie desde el punto de vista tanto de mujeres heterosexuales como lesbianas, colectivo representado por la pareja formada por Mariaje y Soraya.
En conclusión: esta es una novela muy interesante con el tratamiento de cuestiones humanas muy profundas en el lado positivo de los aciertos. La trama está bien formulada, de una u otra manera lleva al debate interno del lector sobre las cuestiones tratadas, polémicas y en las que las opiniones enfrentadas están a la orden del día.