Portada de Relatos de la gran guerra

Reseña del libro ‘Relatos de la gran guerra’, de ‘Canichu’

En 2014 se cumplieron 100 años del inicio de la Primera Guerra Mundial, por aquel entonces la Gran Guerra, que supuso un antes y un después en la Historia de la Humanidad, no sólo por considerarse el tránsito del siglo XIX al XX, sino por el cambio de métodos bélicos, entre otros motivos. Una sacudida que desestabilizó al mundo y que retrata de forma magistral, tanto a nivel literario como histórico, ‘Canichu’ en su libro ‘Relatos de la gran guerra‘ (Ediciones Atlantis, 2016).

Llevando al lector por distintos escenarios de la guerra y por otros una vez acabada, los relatos le mostrarán sin ambages la crudeza de un conflicto bélico, la sangre inundando el suelo, las tripas de los soldados colgando por fuera de los cadáveres, las traiciones, la lucha por la supervivencia a costa siempre de la vida del enemigo, los recuerdos del hogar tranquilo antes de escuchar los silbidos de las balas o los estruendos de las bombas.

Porque en la Gran Guerra hubo balas y bombas, machetes, tanques, aviones… enemigos visibles de otras etnias o países. Pero también hubo enemigos invisibles, como el gas, en una guerra química en la que era imposible escapar a quien no puedes ver con tus ojos, ni escuchar con tus oídos en mitad de una noche silenciosa en la que en cualquier momento la calma desaparece entre los gritos de dolor de una bala que atraviesa la femoral y te desangra.

Ese fue uno de los motivos de la pérdida de honor y caballerosidad de las guerras anteriores, si es que la guerra, el asesinato y la muerte en el campo de combate pueden tener honor, códigos, reglas y caballerosidad (¿la tienen?). Pero en las guerras no solo hay olor a putrefacción, soldados manchados de barro en el interior de una trinchera o huyendo de las balas. También hay momentos para la reflexión sobre el pasado y para el futuro.

Como las que introduce ‘Canichu’ por vía de personajes históricos, como los pilotos de aviación Gyunemer y Mannock. Hay momentos para recordar a quien desaparece en el cielo y no regresa, ni vivo ni muerto. Hay momentos para los mitos, que se quedan grabados en el imaginario colectivo o únicamente en el corazón de un joven mecánico. Y hay momentos para el sexo con prostitutas en los días libres. Y para el humor incómodo en una vía de tren.

También los hay para pensar si Dios está con nosotros o contra nosotros (es imposible que los amantes de la lectura y los cinéfilos no piensen en Tuco al leer ‘Crónica del que vomitó sobre su amigo muerto’, al igual que los amantes de la música recordarán la tremenda canción ‘Someday never comes’ de Credence Clearwater Revival).

Todos esos momentos y otros los describe ‘Canichu’ con una prosa perfecta que hace que el lector pase una a una otra con ligereza, deseando seguir leyendo. Pese a las imágenes que llevan a reflexionar sobre la barbarie de la Historia, que no hay que narrarla única y exclusivamente desde el punto de vista de los líderes políticos, reyes o primeros ministros, sino de la madre que ve cómo sus hijos van muriendo en el frente, desde el punto de vista de los ancianos que viven la deportación y el genocidio armenio por parte de Turquía, o el del niño que ve llegar a los soldados a su pueblo, en el que todos los vecinos tienen los pómulos marcados.

Y por parte de tantos otros personajes que solemos llamar anónimos, como si no tuvieran nombre, cuando sí los tienen. Ya sean generales o tenientes, o miembros de las tribus africanas que sufrieron el reparto de África por parte del hombre blanco. Todos esos puntos de vista, más altos o bajos en la escala de poder, están recogidos de forma precisa en ‘Relatos de la gran guerra‘. Las borracheras en los días de permiso y la felicidad en los bosques años después del conflicto, que en algún momento cesará.

Y hago una especial mención a ‘Páramo’, un relato extraordinario ambientado en África que enamorará al lector línea a línea, imaginando las bellas imágenes narradas por ‘Canichu’. El sol de África, la adaptación para sobrevivir de los animales en el continente africano, a tiro de piedra de los europeos, de los occidentales, de los supuestos seres civilizados, de España mismamente, pero tan lejano para todos nosotros, o al menos para la inmensa mayoría de nosotros, desgraciadamente.

Relatos de la gran guerra‘, publicado en 2016 por Ediciones Atlantis, no sólo es un acierto para la propia editorial -y obviamente para su autor por haberlo escrito-, sino que lo será para todos los lectores que le saque todo el partido posible. Que lo disfrute página a página, relato a relato. Se encontrará con la realidad política, ideológica, sociológica o bélica de aquellos funestos años, así como con la crudeza de la guerra, con la efímera frontera entre la vida y la muerte -frontera a veces demasiado ancha y que hace sufrir al que agoniza, bien es cierto-.

Eso es así. Pero es imposible que no deje mal sabor de boca un libro sobre lo más oscuro del ser humano: la guerra, el crimen, el asesinato, la muerte a cuchilladas en el corazón de un ser humano a manos de otro, apoderados de la sinrazón y la bestialidad que encierran nuestros corazones y nuestros cerebros. No siempre podemos vivir alegres en el bosque riéndonos mirando al cielo. A veces, si no más a menudo de lo que lo hacemos, tenemos que leer libros que nos muestren el horror del ser humano.

Dentro del cual cabe el amor, la esperanza, el anhelo y el deseo de vivir en paz, sí. Y que, como verá el lector, nace la inspiración para tantos escritores, desde Unamuno y Lorca hasta Orwell pasando por Tolkien. Lector, lea a estos escritores mencionados, claro que sí, pero también, si tiene la oportunidad y desea un muy buen libro de ficción sobre la Gran Guerra, lea a ‘Canichu‘.

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